1. El encargo de mi Jefe (segunda y última parte)


    Fecha: 12/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: tommmy, Fuente: CuentoRelatos

    A la mañana siguiente estaba ella en la sala cuando me levanté, aún se veía molesta, le pedí disculpas y se me quedó mirando, después de una pausa me dijo:
    
    –no he podido dormir, me siento frustrada de no poder tener relaciones donde termine como debe ser durante años, tanto me has dicho que si quiero lo haga con otro que lo he decidido, quiero ser la puta de quien sea, de tú jefe, del amigo de tú jefe, de alguien que me llene y me haga sentir placer, te amo, pero necesito un macho que me coja a su gusto y que no termine hasta que me deje satisfecha, si me tengo que coger a diez para encontrarlo lo haré, ¿estás de acuerdo?
    
    No supe que decir, la vi tan molesta y frustrada que lo único que pensé es que era por mi culpa, asentí.
    
    —Estas seguro? No quiero que después te arrepientas y me estés reclamando, si aceptas no te puedes echar para atrás.
    
    —Estoy de acuerdo —le dije— tú no te arrepentirás? Quiero lo mejor para los dos.
    
    Lo pensó un momento, sonrió.
    
    —seguro no te vas a arrepentir?
    
    —Si tú no lo haces, yo tampoco.
    
    —Cuanto me vas a pagar?
    
    —Qué? —Sonreí— ¿todavía te tengo que pagar?
    
    —En esta ocasión sí, necesitas una puta y las putas cobran, ¿cuánto?
    
    —Mil pesos.
    
    —No, habías dicho tres sin anal, quiero seis porque le voy a dar el culo.
    
    Sin querer me empalmé.
    
    —y si no te lo pide?
    
    —No le voy a preguntar, yo solita me voy a clavar, si voy a ser puta lo seré y de sobra, vas a tener unos cuernos grandes como te los mereces cabrón —estaba ...
    ... altiva excitada y eso me excitó más, se dio cuenta— Pinche puto, te excita que se cojan a tu vieja ¿verdad? —sonrió maliciosamente— me vas a comprar ropa para ese día porque quiero estrenar y verme como la puta que quieres que sea y ya vete a trabajar que vas a necesitar dinero para pagarme —se dio la vuelta y entró a la recamara.
    
    A medio día me habló por el celular, me dijo que saldría de compras que buscara que comer porque en la casa no habría y me colgó.
    
    Ni hablar pensé, acepté y ahora me aguanto, al llegar a la casa por la noche estaba contenta, me dijo:
    
    —mira lo que me compraste! ¿Qué te parece?
    
    ¡Estaba bellísima! y sí, parecía una puta, traía unos tacones altísimos rojos, un putivestido entallado azul que resaltaba sus nalgas con un generoso escote que apenas cubría media chiche, gargantilla, pulseras y aretes dorados, labial rojo, se veía preciosa y excitante.
    
    —¡Te ves divina! —y me acerqué para besarla.
    
    —No, tú te aguantas puto, no tienes derecho, esto es para el que me va a coger mañana, así que no estés chingando, si quieres saca tu chingaderita y mastúrbate, pero esto ya no es solo tuyo, querías socio ¿no? Ahora te aguantas.
    
    En ese momento pensé: si de todos me aguanto, me toca cada mes porque yo no puedo cogérmela como se debe, si alguien más puede dejarla satisfecha lo menos que puedo hacer por el bien de los dos es aceptar y todos contentos.
    
    Se me quedó mirando como adivinando mis pensamientos, se dio la vuelta y fue a la recamara, ver su ...
«1234...»