Por la unión de la familia. (Versión revisada y ampliada)
Fecha: 25/09/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... momento, Julia notó perfectamente cómo aquello crecía en magnitud; pero también, casi en automático, Álvaro se soltó de su madre, separándola, más o menos, de un empujón
Tras decir esto, Álvaro ganó la orilla de la piscina y salió de la piscina, dirigiéndose al interior de la casa a poco menos que “paso de carga”. Julia, enfurecida, le vio alejarse. Y desde esa tarde, seducir a su hijo hasta tenerle, baboso, a sus pies, se convirtió en cuestión de honor para ella, gran domadora, por no decir eminente depredadora, de hombres.
Pero con el paso de los días, las semanas y hasta algún que otro mes, a la vista del nulo fruto que sus artimañas de seducción o, a mejor decir, sublimada “succión” de las voluntades masculinas ante su hijo, la cuestión de honor pasó a convertirse más bien en auténtica obsesión de furor “puterino”; es decir, que decidió “tirarse” a su propio hijo, costara lo que costase; si era necesario acudiría a emborracharle para, incluso, violarle...
Por su parte, la niña Carla, ante el poco efecto que, al parecer, en su padre causaba su denodada exhibición de palmito, refrendado por la escasez de ropa que, comúnmente, lucía, incluyó alguna que otra variante en su estrategia de seducción paterna: Arrimársele con inusitado entusiasmo a la menor oportunidad, por lo que el tener el “tetamen” de su hija en la boca rato sí, rato también, se convirtió en tortura más bien china para el pobre papá Emilio, que, a decir verdad, precisamente de palo el hombre no era, ...
... y ya tenía bastante con las casi permanentes “alegrías de la vista” con que su hijita de su alma le obsequiaba casi que siete días por semana, para que ahora le diera por pasarle sus “manzanas” del Jardín de las Hespérides por narices y cara, por no mentar los sobos de “bajos” que su “inocente” niñita le arreaba cuando, sin la menos justificación, se le encaramaba a las piernas, lo mismo de cara que de espaldas, hasta que la dulce “cosita” de la “nenita” coincidía, antes más que menos, con su propia “prenda más preciada”.
Pero lo grande era que papá Emilio no podía concebir que su “bebita”, su dulce hijita de su alma, pretendiera con todo eso convencerle para que papá la tomara como yagua de silla y “montalla” bien montada, al estilo de D. Federico, el García Lorca, esto es, “sin bridas y sin estribos”
Así iban las cosas, con innumerables torturas para los dos hombres de la casa a manos de la pizpireta niña Carla y esa especie de “Leona de Castilla” que venía a ser mamá Julia, cuando llegaron las Navidades 1995-96, y con las Navidades, el día cuya noche sería la última del año. Y en esa noche tan especial, la más loca del año en todo lugar del mundo mundial, a la “niña” Carla se le ocurrió que los cuatro, la familia en pleno, salieran a cenar y bailar a uno de esos locales que ofrecen cena de gala y baile.
Tal propuesta fue de inmediato apoyada con todo entusiasmo por mamá Julia, de forma que a los sufridos papá Emilio y Alvarito no les quedó otra que someterse a la ...