1. Familia caliente


    Fecha: 13/10/2017, Categorías: Transexuales Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... del supermercado, e incluso un profesor que también era músico la había invitado a un concierto donde él tocaría la guitarra. Lo había hecho de forma casual, como simulando que no se trataba de una cita, pero lo cierto era que, que ella supiese, ni una de sus compañeras había sido invitada, solo ella contaba con ese privilegio.
    
    Claro que no fue, buscó una excusa y no apareció en el concierto. Creía que el profesor no estaba mal, pero esa actitud obvia la deserotizaba, además, que desubicado era al querer levantarse a una alumna. Pero sabía que los hombres no tenían límites morales, se guiaban por lo que su pene sintiera. Ni si quiera su hermano podía evitar mirarla embobado, recorriéndola con esa mirada lasciva con la que parecía querer desnudarla. Pobre, pensaba, no era un mal chico.
    
    Se sentía bien en su nueva casa. Luego de tres años ya la estaba sintiendo propia. Su madrastra era muy buena, siempre amable y comprensible, e incluso el pajero de su hermano le daba cierta ternura. Pero con el que se llevaba mejor era con Juan, su padrastro. Compartían los mismos gustos, miraban juntos las películas, charlaban sobre política, cosa que a ella le apasionaba, y no dudaba en darle dinero cuando ella lo necesitaba. No es que fuese interesada, pero la atención recibida por Juan la hacían sentir segura, porque sabía que podía contar con él en todo momento.
    
    Ella nunca podría llamarle padre, y él tampoco la llamaba hija, prefería llamarla por su nombre, o decirle Princesa, ...
    ... aunque eso nunca se lo decía frente a su esposa y Facundo, era un código secreto que tenían sólo los dos.
    
    Le gustaba saludar a Juan con un beso cuando llegaba cansado de trabajar. Sentía el olor a transpiración, tabaco, y perfume, y se guardaba ese aroma como un grato recuerdo que esperaba no olvidar. Cuando, por casualidad, estaba sola en la casa, lo recibía con un abrazo, no sabía por qué pero se sentía más libre cuando no estaban Marta y Facundo, y hacía cosas que frente a ellos no haría, como abrazar a Juan sin miedo a sentirse cursi y exagerada, porque al fin y al cabo lo veía todos los días, pero cuando él llegaba por la tarde parecía notar que lo había extrañado durante todo el día. El padrastro la abrazaba con calidez, y nunca le preguntaba a qué se debía tanta demostración de afecto.
    
    Los fines de semanas pasaban más tiempo juntos. Marta trabajaba los sábados hasta la tarde, y Facundo dormía hasta el mediodía, así que disfrutaban de la mutua compañía por varias horas. Micaela sentía una extraña necesidad de tener cierto contacto físico con el padrastro, y así como le gustaba abrazarlo, disfrutaba de acariciar su fuerte brazo y su pecho mientras conversaban. Él por su parte, cuando la veía un poco deprimida le acariciaba la mejilla y le preguntaba qué le pasaba. Como a ella le gustaba la suave caricia que se deslizaba por su rostro, fingía tristeza bastante a menudo, sólo para que él la toque y se preocupe por ella.
    
    Un día, luego de uno de aquellos abrazos ...
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