1. Polola fiel... y los lobos (1ª entrega)


    Fecha: 07/10/2020, Categorías: Intercambios Autor: PrimeroPasos, Fuente: CuentoRelatos

    ... adecuado.
    
    Yo tomaba la iniciativa, yo lo besaba. Como les dije, él era muy simpático y divertido, pero muy tímido. Siempre fui muy cauta. Le dije que no se confundiera conmigo. Solo eran besos. De onda. Algo entre amigos. Pero solo con él. Porque yo amo a mi pololo. A él eso no le molestaba, me decía que así podía practicar y mejorar, hasta que se pudiera levantar a alguien. Dado que mis labios eran un regalo de sobra para cualquiera. Gorditos, gruesos, suaves y carnosos. Con eso le bastaba. Mis labios, mi forma de besar, mi lengüita juguetona.
    
    Ni siquiera lo dejaba tocarme. Nunca. A, veces, casi siempre, él lo intentaba. Trataba de subir a tocarme una teta o, bajar hasta el poto (trasero), mayoritariamente cuando los besos eran más extensos, sabrosos, prolongados y nos subía la temperatura a causa del exquisito juego de lenguas. Pero yo no lo dejaba. Eso no. Me hacia la enojada. Con eso alcanzaba. Refunfuñaba, pero lo aceptaba.
    
    Si bien no me podía correr mano a su gusto, lo que si hacía, y yo medio se lo permitía, era que a veces me daba algún chirlo en la cola. Por cualquier motivo. Pero sin que nadie viera. Yo igual ponía la boquita haciendo pucheritos, como enojada, más que nada porque sabía que mi trompita lo re-calentaba. A mi esos chirlo como que me gustaban. Él sabía que era parte del juego. Claro que esto de besarnos no era todas las semanas. En realidad solo cuando mediaba cerveza. Era un lindo secretito entre los dos. Y solo en la Universidad. Cuando no ...
    ... había nadie de nuestros amigos.
    
    Pero una vez, un fin de semana, en una fiesta del grupo, yo fui al baño. Y él, entró tras de mí, me apoyo por atrás tomando firme mi cadera. Y me comenzó a besar el cuello.
    
    Me sorprendió mucho su actitud. Nunca había tomado la iniciativa. Jamás. Y ahora me hacía sentir rico con sus besos en el cuello, muy rico. Solita, arquee mi espalda e incliné mi cabeza para que pudiera seguir con lo suyo… cuando me dijo al oído:
    
    - Movete al ritmo de la música, era un reguetón.
    
    Y yo, casi hipnotizada por lo erótico de la situación, así lo hice. Sin darme cuenta, paré la colita hacia él. Y le bailé. Lento. Le pasaba mis nalgas de un lado al otro. Muy sensual.
    
    Muy lento. Mientras el me besaba el cuello como un maestro. No pasó mucho para que sintiera como su “cosa” cobraba vida. Pero no sé, estaba en trance. Seguí bailándole. Giré la cabeza ofreciéndole mi boca abierta, y nos besamos, así, en esa posición, con tantas ganas, que no me molestó sentir que sus manos pasaban de mis caderas a mis muslos.
    
    Me apretaba y sobaba. Y de ahí, a mi cola. Con la que se entretuvo amasándola un buen rato, con mucho deseo. Claro, lo traía muy caliente. Y ahora, él, a mí también. No sé cuánto me tuvo así. Reaccioné al rato de que me tomó nuevamente de las caderas, y con fuerza me hizo sentir su bulto, empujándome despacito su erección entre mis cachetes, como 6 o 7 veces… o tal vez más… y yo lance un gemido. Ahí me desperté.
    
    Me vi en el espejo.
    
    Estaba ...
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