1. Vidas encontradas


    Fecha: 18/10/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos

    ... momento que el camarero se dispuso a hablar con un joven de la barra, cuando se vio observada de forma penetrante por esa persona. En un recuerdo vago, creyó que era uno de los que la semana pasada se divertían con sus dos amigas.
    
    La persona susodicha mencionada, era en efecto el de la semana pasada. Apodado el Santos. Era un macho híbrido y musculado, el cual tenía unos registros importantes de hazañas follamentísticas con el género femenino, dotado por la naturaleza de un poder descomunal en su entrepierna. Su única obsesión eran sus triunfos mujeriegos y el apuntarse “una más”. Como es lógico en personajes mencionados, nada más entrar nuestra protagonista se pusieron en marcha los sensores de su radar, detectando movimiento y poniendo en su punto de mira a la recién llegada.
    
    – Que me aspen si esa no es la que estaba con las dos de la otra noche – dijo el camarero.
    
    – Sí, lo es, desde luego se hizo humo rápido el otro día, se la ve muy creída y arrogante, aunque le tengo ganas a la hembra.
    
    – Por cierto, ¿cómo llego a terminar la otra noche la cosa con las dos esas…?
    
    – Yo me levanté la pelirroja.
    
    – Eres un fiera, Santos.
    
    – Digamos que me gusta cagar al primer apretón.
    
    – Entonces te la llevaste, ¿qué tal fue?
    
    – Sí, eran carne de cañón, la disfruté arriba; incluso al final me puso culo.
    
    – ¡No me digas!
    
    – Sí, la finiquite en una soberana enculada.
    
    – Entonces le gustaba por ahí.
    
    – Solo con decirte que le entraba hasta la empuñadura, desde ...
    ... luego era un culo profanado.
    
    El contraste de los personajes – Eva y Santos – era un contrasentido, pero en la vida hay tantos que el azar lleva por otros derroteros los designios de la vida. Y nos encontramos de nuevo con Eva, la cual pidió un segundo Gin Fizz mientras estaba con sus divagaciones mentales, abstraída de la realidad, tras lo cual, y no estando muy habituada a la bebida le daba esa especie de confort falso de la mente que como bien se ha dicho la evadía. Como bien pasa en estos casos de debilidad volvió a pedir su tercer cóctel. A partir de ese momento, el Santos, vio la ocasión e inició el ataque correspondiente al ver su oportunidad: se levantó como si tuviera un resorte: estirado, echándose una mirada al espejo de la barra para cerciorarse de su categoría y camino con paso largo y balanceo de brazos hacía nuestra querida Eva.
    
    – ¿Qué tal guapa? – dijo, con naturalidad postiza.
    
    – Bie… bie… bien, gracias.
    
    – Te invito a otra copa – dijo, mientras levantaba la mano al camarero en un ademan chulesco.
    
    – No sé si me conviene, aunque… no… bueno. – contesto mientras el camarero ya se lo servía y al mismo tiempo tenía una mirada de complicidad con Santos.
    
    – No tendría que tomar más, debo llegar, o debería estar en otro sitio.
    
    – Bueno, no tiene nada de malo nena tomarse algo, para desconectar.
    
    – Ya, en verdad… pues no…
    
    La maquinaría había empezado a funcionar en el mecanismo de Santos, todo iba según lo estipulado la situación no podía ser mejor: ...
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