1. Cómo salvé el negocio de mi esposo


    Fecha: 19/10/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Manuelcastc, Fuente: CuentoRelatos

    ... poco el lóbulo de mi oreja. Permanecí inmóvil tratando de disimular indiferencia, ella aun así prosiguió en su empeño, sus manos acariciaban delicadamente la piel de mis brazos, y esta no tardó en erizarse. Diana incesante recorría con sus caricias mi rostro, pasaba por el cuello bajando por mis brazos hasta mi vientre, a veces tocaba un poco mis muslos por encima del vestido, el aroma de su perfume era exquisito, sus seductores dotes femeninos después de varios esfuerzos, habían conseguido que poco a poco comenzara a sentir cómo se humedecía mi sexo.
    
    Era la primera vez que una mujer me estimulaba de esa manera, no tengo duda alguna sobre mi preferencia heterosexual, pero en ese momento estaba a mil y sin contenerme más, tomé de su cabello hacia atrás y le dediqué un prolongado beso donde nuestras lenguas se encontraron en un intenso remolino. Por la excitación del momento, me atreví a meter una mano por debajo de su brassier, y sentí la endurecida piel de sus pezones. El rostro de Diana se había sonrojado, creo que no esperaba que yo reaccionara de esa manera, sin embargo, aprovechando la oportunidad, comenzó a tocar suavemente mi entrepierna. Paulatinamente mis piernas se relajaron para dejar que su mano continuara y se deslizara cada vez más adentro en cada caricia, hasta toparse con mi ropa interior.
    
    Sus dedos me sobaban muy rico por encima del delgado encaje que todavía los contenía, y ella sin esperar más se bajó del sofá poniéndose de rodillas, sin decirme ...
    ... nada comenzó a bajarme las bragas, yo sin más le ayudé en la maniobra levantando un poco la cadera.
    
    Una vez que logró retirarlas, abrió de par en par mis piernas dejando al descubierto mi sexo, con la yema de sus dedos empezó a tocar sutilmente mis lubricados labios, incrementando gradualmente su ritmo haciendo círculos. El que una mujer me estimulara de esa forma fue una experiencia completamente nueva para mí, me asaltaban algunas dudas sobre si debía seguir con ello, pero el deleite que me daba dejó que continuara. Diana inesperadamente deslizó uno de sus dedos hacia el interior de mi vagina, me electrizó sentir la forma en que lo sacaba y lo metía; mi esposo muchas veces me había estimulado de esa forma, pero en esa ocasión fue más intenso, quizás por la sensación de tabú que me producía esa experiencia. Justo cuando mi cuerpo comenzaba a contorsionarse de placer, Diana se detuvo súbitamente.
    
    Abrí los ojos para ver qué sucedía, y ella con su mirada juguetona me dijo dominante:
    
    —Aún tienes que esperar querida.
    
    Se levantó para dirigirse al sitio donde se encontraban nuestros esposos, quienes en silencio nos miraban fascinados desde la puerta, al otro lado de la estancia. No supe qué hacer en ese instante de lo avergonzada que me sentí, solo atiné en bajarme rápidamente el vestido; Diana sin el menor sentido de pudor caminó felina hacia Carlo, lo jaló de su camisa y se regresó al sofá conmigo, mientras Damián fue a sentarse al sofá individual de enfrente, y con la ...
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