1. Atrapados en el tiempo


    Fecha: 22/10/2020, Categorías: Voyerismo Autor: Gab, Fuente: CuentoRelatos

    Tenía 18 años cuando empecé a fijarme más en serio en mujeres mayores a mí. Hasta entonces, solo había tenido ojos para la chica guapa de mi clase, o de mi curso, o de mi barrio, con relativo éxito. Siempre chicas en torno a mi edad.
    
    Todo cambió con la llegada de los nuevos vecinos. Vivíamos en una comunidad, dos edificios con jardín común y piscina. Los vecinos de al lado (una pareja de ancianos), vendieron su casa, y llegó una pareja joven, de unos treinta y pocos, con un niño de año y medio.
    
    Era la típica familia conservadora, religiosa, y bien posicionada. Ambos con buen trabajo, y un futuro sin ninguna complicación a la vista.
    
    Era finales de abril. Llegué a casa del colegio y me encontré a mi madre en la puerta hablando con la nueva vecina. Su nombre era Marina, y había pasado a presentarse. Era de pelo castaño claro, recogido en una coleta, ojos de color azul, labios pequeños, nariz normal y pómulos ligeramente marcados. Tenía buen cuerpo (más tarde descubrí que hacía Pilates regularmente), de unos 1,65 cm de estatura, sin curvas excesivas en la cintura, pero con unas tetas de un volumen algo mayor a la media, sin llegar a ser excesivamente grandes. Vestía de forma discreta, aunque con estilo. Cuando tienes un buen cuerpo, trabajado y entrenado, cualquier tipo de ropa puede resultar sexy.
    
    Eran muy amigables, y atentos. Sin duda parte de la “jet set”, bien educados desde niños. Hicieron una fiesta de bienvenida en su casa, con algunos amigos, y nos ...
    ... invitaron a nosotros también. El ambiente era muy pijo, como decimos en España. Yo, que poco pintaba ahí, por edad y estilo, al cabo de unos minutos me puse a pasear por el piso. Siempre me causaron extrañeza los ancianos, antiguos propietarios. Ariscos, esquivos… habían dejado la casa por sorpresa, como con prisa, y se vendió muy rápido. Me invadió la curiosidad y miré en cada rincón. Era la primera vez que entraba en ese piso.
    
    En uno de los baños, encontré una rendija cubierta. Con algo de esfuerzo, conseguí retirar la cobertura. Encontré una piedra, con un raro tono brillante. Me atraía, la cogí, la metí en el bolsillo y me fui.
    
    Lo que inicialmente despertó mi curiosidad fue la bonita cara de Marina. Ese fue el punto inicial que hizo saltar una chispa dentro de mí, hasta entonces desconocida. Posteriormente empecé a fijarme en su cuerpo. Y también empecé a fijarme en otras mujeres mayores a mí.
    
    La piscina abrió a mitad de junio. Para mí fue la culminación de mi corta etapa “voyeur” con Marina. Me había pasado un mes espiándola, cuando me cruzaba con ella, o mirándola desde mi ventana mientras jugaba con su hijo en el jardín. Hasta me entraron ganas de ir a misa los domingos, ya que ellos iban siempre en ese día, solo para verla. Me quedaba mirándola el culo, o intentando ver algo a través de los huecos entre los botones de su camisa, las contadas veces que estaba cerca de ella. Intentaba ser lo más discreto que podía. El primer día de piscina fue una liberación. Marina ...
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