1. El sonámbulo y su madre


    Fecha: 22/10/2020, Categorías: Transexuales Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Cuatro años estuviera Abel en un reformatorio por haber robado en una farmacia. Entrara con 17 años y saliera con 21. Ya era un hombre, alto, rubio, de ojos azules y fuerte.
    
    Su padre, Adán, se había divorciado de Eva, su madre. Su nuevo padrastro, Evangelino, tenía 52 años, era un nuevo rico, moreno, bajo y enclenque.
    
    La primera noche que Abel durmió en casa, sintió a su padrastro follar con su madre, y a ella decirle, cuando acabaron:
    
    -¡Puto vicio de follar con condón y no darme tiempo a llegar!
    
    -Mañana es otro día.
    
    -Dirás el sábado que viene. Esa es otra. ¿Por qué follamos los sábados y no cuando tenemos ganas?
    
    -A dormir.
    
    -A dormir tú. Te vas a tomar los somníferos y hasta mañana a la mañana no hay más hombre.
    
    Una hora más tarde, cuando Evangelino, estaba preso en el sueño. Eva, que era una mujer morena, con un cuerpazo, se destapó, encogió las rodillas, abrió las piernas y comenzó a masturbarse pensando en una amiga. Sintió como se abría la puerta de la habitación. Entró en la habitación Abel, se metió entre sus piernas y comenzó a comerle el coño. Evangelino se dio la vuelta y uno de sus brazos cayó sobre la espalda de su hijastro. Abel ni se inmutó. Agarró las grandes tetas de su madre con las manos y, magreándolas, siguió comiéndole el coño. Poco después, Eva, movió la pelvis de abajo arriba, y mordiendo la almohada se corrió en la boca de su hijo.
    
    Abel, después de tragar el jugo de la corrida de su madre, se fue. Se fue Abel y Evangelina ...
    ... siguió donde lo dejara. Al rato se corrió y al acabar se hizo otra paja.
    
    Era domingo y desayunaban en la cocina, Evangelino, Abel y Eva, que le dijo a su esposo:
    
    -Se me olvidó decirte algo, Evangelino, Abel es sonámbulo. Si alguna noche lo ves caminar por la casa no lo despiertes. Podría sufrir un shock.
    
    Evangelino le preguntó a Abel.
    
    -¿Y no recuerdas lo que haces?
    
    -Cómo voy a recordar, si sé que soy sonámbulo es porque me lo dicen.
    
    Evangelino, cambió de tema.
    
    -¿Pusiste los palos der golf en el maletero del coche, Abel?
    
    -Sí.
    
    Al rato, padrastro e hijo se fueron a jugar al golf.
    
    En el campo de golf, le dijo Evangelino a Abel:
    
    -Lo pasarías fatal en el centro en el que te recluyeron.
    
    -La verdad es que no. La directora se comía a quien me dijese una palabra más alta que la otra. Incluso habilitó una habitación al lado de la suya para que no me pudiesen hacer daño de noche.
    
    -¡Qué raro! En esos centros suelen usar mano dura. ¿Qué edad tenía la directora?
    
    -No te sabría decir, entre treinta y cuarenta años.
    
    -¿Te la follabas?
    
    -¡No! Era un cielo de mujer.
    
    Evangelino era perro viejo.
    
    -¿Por qué mientes?
    
    -Un caballero...
    
    -Te la follabas. Cuenta, coño, cuenta, que nada le debes.
    
    -Teníamos un juego, ella, la mujer de la limpieza y yo.
    
    -¡¿Qué juego era ese?!
    
    -Un juego sexual.
    
    -Explícate con detalle.
    
    Viendo el interés de su padrastro, y como de dinero andaba tieso, Abel, quiso quitar provecho.
    
    -¿Qué gano yo con contarte ...
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