Abigaíl no sabía ni en qué día vivía
Fecha: 30/10/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos
Año 1950. Galicia.
Abigaíl era una muchacha pelirroja, pecosa, de ojos azules, gordita, más que gordita, fuerte, con grandes tetas y un tremendo trasero, medía 1.59 y pesaba 65 kilos. Se había criado con un tío en una montaña gallega olvidada de la mano de Dios, donde eran los únicos habitantes. Un día murió su tío y se quedó sola con los animales, un perro pastor alemán, más de veinte gallinas, cantidad de pollos y dos gallos. Un caballo de pura raza gallega, dos vacas y un buey, dos ovejas y un carnero, dos cabras y un cabrón y un cerdo y una cerda.
Abigaíl no sabía en qué año ni en qué día vivía, para ella no existía el lunes, ni el martes, ni el miércoles, ni el jueves, ni el viernes, ni el sábado ni el domingo. Para ella todos los días eran iguales, eran días de trabajo.
Una tarde soleada del mes de septiembre, estaba Abigaíl vendimiando en una de sus huertas cuando sintió un ruido que nunca antes había sentido. Leo, el pastor alemán, empezó a ladrar, un instante más tarde, un joven que a Abigaíl le pareció un adonis, detuvo su moto, una Guzzi, y le preguntó.
-¿El perro muerde?
-Si no lo azuzo, no, y no lo voy a azuzar, macizo.
El joven se llamaba Enrique, era alto, rubio y de ojos azules. Llevaba puesta una camisa blanca y un pantalón negro que marcaba un gran paquete. Bajó de la moto, y con una sonrisa en los labios, le preguntó:
-¿Eres Abigaíl, guapa?
Abigaíl, se asustó.
-¡¿Eres brujo?!
-No, soy tu primo Enrique.
-¿Eres de ese sitio ...
... donde hay mucha gente?
-Sí, soy de la ciudad. ¿Dónde anda el tío Miguel?
-Detrás de la casa plantando malvas.
-¿Está dándole a la jardinería?
-No, está dándole de comer a los bichos. ¿Sabes vendimiar?
-¿Quieres que te eche una mano?
-Mejor las dos, pero después de acabar de vendimiar.
Enrique se puso a vendimiar las cepas de la parra al lado de Abigaíl. La muchacha llevaba un vestido negro con flores rojas que tenía un gran escote. Le dijo Enrique a Abigaíl.
-Cuéntame algo de ti.
-Mejor háblame de ti. Aunque una cosa ya la sé.
-¿Qué sabes?
-Que te gustan mis tetas. No le quitas el ojo de encima.
-Es un acto reflejo. Los hombres somos mamíferos. Bueno, los hombres y las mujeres. Nos gusta mamar.
-Ahora lo entiendo.
-¿Qué entiendes?
-Porque se me va la vista para ese bulto que tienes en el pantalón.
A Enrique le entró la risa floja.
-¿Siempre hablas así?
-No tengo otra voz. Pero, ¿no me ibas a hablar de ti?
-No hay mucho que contar.
-¿De quién andas escapando? Venir a tan lejos a ver un tío que no conoces...
-Me pillaste. Vengo huyendo de la guardia civil.
-¿Esos que llevan un sombrero muy raro?
-Llevan un tricornio.
-Los tienes de dos yemas.
-¿Lo qué?
-Los huevos.
-¿Y eso a que viene?
-Hombre, si se los metiste tres veces, a unos bichos con bigote que andan con pistola…
-¿Lo qué? ¿Qué les metí?
-Los cuernos.
-El tricornio es el sombrero.
-Te entendiera mal.
-Ya me di cuenta. ¿Y tú ...