1. Abigaíl no sabía ni en qué día vivía


    Fecha: 30/10/2020, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... ciudad?
    
    -Hay de todo, guapas, feas...
    
    -¿Tantas mozas hay?
    
    -Miles.
    
    -¿Y esos cuánto es, más que los dedos de las manos y de los pies?
    
    -A ver cómo te lo digo. Hay tantas como pinos en el monte.
    
    -¡Cooona! Esas son muchas. En ese caso, aunque quisieras, no te daría tiempo a hacerle a todas lo que me hiciste a mí.
    
    -Sería imposible, por falta de tiempo y porque la inmensa mayoría no se dejan.
    
    -Es un consuelo.
    
    -¿Qué es un consuelo?
    
    -Saber que la inmensa mayoría de las mozas de ciudad son tontas.
    
    -Si tú lo dices...
    
    -Sí que lo digo, como digo que bebas vino, coño, que el vino da fuerzas para todo, y para joder, más.
    
    -No te cortas un pelo.
    
    -Sí que lo corto. Si no me lo cortara me llegaría a los pies.
    
    -Quería decir... es igual.
    
    -Si es igual mejor no lo digas, te repetirías.
    
    Enrique habló solo.
    
    -¡Coño, coño, coño, coño! De aquí salgo atontado.
    
    -Olvida lo que te dije.
    
    -¿Qué me dijiste?
    
    -Que bebieras. No bebas que si con una taza ya hablas solo, con dos sales dando gritos. Comamos.
    
    Enrique se dio por vencido.
    
    -Comamos.
    
    Comieron y bebieron y después se fueron a pisar las uvas al lagar.
    
    Abigaíl y Enrique estaban dentro de una ...
    ... cuba, ella pisaba las uvas en bragas y con una camisa puesta, él las pisaba en calzoncillos y a torso descubierto. Cuando ya casi las tenían pisadas, le dijo Abigaíl a su primo:
    
    -¿Me vuelves a hacer lo que me hiciste en la huerta? Ahora tengo el coño mojadito de mosto, te va a saber dulce.
    
    Enrique, iba a disfrutar.
    
    -Desnúdate y sumérgete en el mosto para comerte enterita.
    
    Abigail se desnudó y se sumergió en el mosto. Salieron de la cuba. De pie, Enrique, besó a Abigaíl en los labios y le lamió el mosto del vino tinto de la cara, de sus orejas, de su cuello, de sus hombros de sus tetas, de su vientre, de su coño, de sus piernas, de sus pies. Volvió al coño y comenzó a lamerlo despacito. Poco más tarde, Abigaíl, entre gemidos, le dijo a su primo:
    
    -Métemela en el culo.
    
    Enrique, empalmado como un burro, se la clavó hasta el fondo, y después le folló el culo con fuertes arreones... Al rato, Abigail, comenzó a correrse de nuevo como una fuente. Abigail, jadeando, y con un tremendo temblor de piernas, echó el culo hacia atrás. Enrique, le inundó el coño de leche.
    
    Y hasta aquí hemos llegado porque la inspiración de me ha acabado.
    
    Se agradecen los comentarios buenos y malos. 
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