1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 21)


    Fecha: 01/11/2020, Categorías: Confesiones Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... las lanzaderas y los cazabombarderos se ocuparan del apoyo aéreo. Bien ¿Alguna pregunta? —Matilda miró a todos.
    
    —¿La sección del muro de mi sector caerá también? —preguntó la Princesa levantando la vista del mapa.
    
    —Afirmativo. Todo el muro, desde tu sector al de Tokat, —como no había más preguntas prosiguió, mientras la Princesa hacia anotaciones en su sector del mapa—. Cuando los transbordadores desembarquen a las tropas de ataque, despegaran nuevamente y pasaran al sector oriental donde repetiremos la operación. General Tokat, embarcara dos divisiones de infantería, y bajo la cobertura de las corbetas de la flota, atacaras directamente el interior de la ciudad por su sector. En cuanto a ti… —dijo mirando a la princesa Súm.
    
    —No me lo digas, que me busque la vida, —respondió provocando la carcajada general—. Si me quitas el muro, lo demás es cosa mía.
    
    Mientras llegaba la hora del ataque, Matilda entró en un pequeño compartimento donde tenía sus cosas. A los pocos segundos, oyó la puerta y al volverse vio a Ushlas entrar con su mirada felina. Sin dejarla reaccionar, la abrazó besando su cuello. Aspiraba profundamente el olor corporal de Matilda mientras se restregaba con ella.
    
    —Vamos nena, que hace cuatro días que no me he duchado.
    
    —Mejor.
    
    —A ver si va a entrar alguien.
    
    —No va a entrar nadie, —dijo Ushlas tapándola la boca con sus labios.
    
    —No, en serio nena.
    
    —He puesto guardia.
    
    —¿Que, qué? ¿Pero como que…?
    
    —¿Vas a seguir diciendo ...
    ... gilipolleces? —la cortó frunciendo el ceño con mal humor—. Si quieres que me vaya, dilo.
    
    —Como voy a querer que te vayas, —respondió abrazándola—. Es que estoy de los nervios…
    
    —Pues ahora, olvídate de nervios y ocúpate de mí.
    
    Volvieron a besarse mientras se tumbaban como podían en el reducido suelo. Una a la otra, se desabrocharon los pantalones y los bajaron hasta los tobillos.
    
    —Hemos hecho mucho ruido, —dijo Matilda preocupada mientras se vestían cuándo todo acabó—. ¡Vaya dos! Chillando como dos perras salidas.
    
    —Mejor como dos gatas salidas, —corrigió una sonriente Ushlas moviendo la punta de su cola—. ¡Miau!
    
    A la hora fijada, y como estaba previsto, los muros cayeron y los escudos se desactivaron. Cuando los morteros arrasaron el sector interior del muro, convirtiéndolo en un infierno, una avalancha roja, de miles y miles de duros guerreros maradonianos, entró por la brecha siguiendo a la inconfundible figura de Matilda. Cómo había pronosticado, las secciones del escudo fueron cayendo, y la artillería de las corbetas federales pulverizaron el resto. Unas tres horas después, los combates se habían generalizado en la parte baja de la ciudad. Casi arrastras, Ushlas llevó a Matilda al nuevo CMA, para que organizara las decenas de operaciones que había en marcha. Desde allí, comprobó cómo el general Tokat combatía en su sector y avanzaba muy lentamente hacia la parte alta de la ciudad. Por el lado occidental, la Princesa Súm, había sobrepasado las defensas imperiales y ...
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