1. La mujer de Ernesto


    Fecha: 17/10/2017, Categorías: No Consentido Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... a modo de saludo. Lo necesito para pasar el trago, respondió airada.
    
    Vestía preparada para ir a trabajar. Blusa marfil abotonada hasta el penúltimo ojal. Falda lisa gis un poco por encima de la rodilla, sin duda a conjunto con alguna americana aún guardada, medias negras y zapatos rojos.
    
    -No tengo mucho tiempo, así que toma lo que has venido a buscar y lárgate –me escupió orgullosa mientras me daba la espalda y enfilaba hacia su habitación. Allí, se tumbó en la cama, boca arriba, abriéndose de piernas.
    
    -¿Esto es lo que quieres, que te folle en la habitación de matrimonio, en tu cama? –pregunté mirando en derredor.
    
    -No es lo que yo quiera. Eres tú el que me obliga a pasar por esto para salvar a mi marido y nuestro honor.
    
    Sonreí. Honor, bonita palabra, sobre todo referida al hipócrita de su marido. Como siguiera con estos aires, al final sí que acabaría por enseñarle el puto vídeo a alguien. Pero no se lo dije. Preferí aceptar el pago, pero según el precio que yo fijara.
    
    -Así tumbada, como una maruja amargada, no me excitas nada. –Me agarré la polla por encima del pantalón. –Así que ponte de rodillas y pónmela a punto.
    
    -¡Una mierda! No voy a hacerlo. Si quieres me tomas, si no te largas –respondió abriendo las piernas incitadoras.
    
    -Pensaba que era yo el que disponía y tú la que obedecía –sostuve acercándome para agarrarla de los tobillos y tirar de ella hacia mí para que sus nalgas quedaran al límite de la cama.
    
    -Eso es lo que a ti te gustaría.
    
    De ...
    ... nuevo llevaba medias con goma, por lo que me ofrecía su sexo cubierto por un bonito tanga oscuro. Me desabroché el pantalón y me saqué el miembro aún fláccido, por lo que no me quedó otra que pajearme mirándola. Ella giró la cara hacia la ventana para no verme.
    
    -¡Qué buena estás cabrona! –la felicité antes de encajarme entre sus piernas apartando el tanga para penetrarla. Cerró los ojos con fuerza cuando entré, lamentándose de nuevo, pero no emitió sonido alguno. Yo sí bufé, en su cara, repitiendo la frase anterior. Cerdo asqueroso fue todo lo que salió de sus labios.
    
    El polvo fue una mierda. Un mete y saca de cinco minutos sobre una muñeca inerte de la que solamente me permití abrirle la camisa para tomar sus tetas como agarraderas, pues yo me mantuve de pie la mayor parte del rato. Me corrí, me levanté y me fui.
    
    ***
    
    No iba a repetirlo. Me lo dije al salir de aquel piso al que no quería volver. Tampoco pensaba tener ningún contacto más con ellos, así que esa misma tarde avisé a los compañeros del fútbol que dejaba el equipo por problemas físicos. Di escuetas explicaciones a los dos colegas que me llamaron, no jodas tío, eres una pieza insustituible, y seguí sin responder a las llamadas de Ernesto, sabedor que él era el causante del entuerto.
    
    No cumplí la promesa hecha. Cuatro o cinco semanas después, soy incapaz de precisarlo, me llamó de nuevo. Esta vez me citaba a mediodía. Me negué. El juego se ha acabado, fue toda la explicación que oyó de mis labios. No ...
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