La historia de Ángel, solo era un muchacho (29)
Fecha: 17/10/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Habíamos vuelto a casa y el fin de semana se nos hizo muy corto, nos lo habíamos pasado de locura conviviendo y follando. Todo volvió a la rutina y cada uno a atender sus obligaciones. Álvaro tenía esperándole trabajos de cierta urgencia, pacientes que deseaban que fuera él quien les atendiera, y Pablo volvió a ayudar a su tío, continuar con sus proyectaos para lo que haría con el abuelo de Oriol, don Ernesto.
Por mi parte analizaba la información que mis profesores me habían remitido vía mail, Oleguer y Guido deseaban desempeñar su trabajo a conciencia. Faltaban solamente dos días para la Navidad y asistía asombrado a todos los preparativos que se iban sucediendo, en la cocina sobre todo, preparando ingentes cantidades de comida como si fuéramos a ser un regimiento.
Ese día me sentía nostálgico y comí muy poco, al punto que Victoria la mamá de Álvaro, me miro alarmada, estábamos los tres en la mesa y se levantó para sentarse a mi lado.
-¿Qué te sucede cariño? Estas inapetente, podemos pedir otra comida si te apetece más. -sonrió deliciosamente y me cogió una mano.
-No querrás que Álvaro se enfade conmigo por no tratarte bien. -dejé el tenedor para estrechar su mano entre las mías.
-No es nada Victoria, son solo las tristezas que transmiten estas fiestas, y la comida está deliciosa como siempre. No tienes que preocuparte.
Lo cierto era que desde que Pablo había llegado, y quizá por la intensa actividad que llevaba me sentía más cansado, pero todo lo ...
... compensaba saberle cerca y que cuando le apetecía y sus obligaciones se lo permitían llegaría para estar un rato juntos.
Subí a mi habitación después de comer, lave mi boca y me tendí un momento en la cama, hacía mucho calor y me quedé con una camiseta floja, sin mangas, y un pantalón de tela fina recogido en los tobillos con una goma.
Me adormecía por momentos escuchando música, el tiempo había vuelto a coger ese ambiente gris y gélido, preludio de una inminente nevada. Me sacó de la somnolencia el sonido del claxon de un vehículo y me levanté para mirar por la ventana.
Aunque no eran más de las cinco de la tarde, la oscuridad estaba cubriéndolo todo, ligeros copos de nieve volaban revoloteando dispersos. Estaban estacionando dos coches ante la puerta principal de la casa y me llamó la atención, de inmediato, el plateado mercedes que reconocí al instante. El coche que conducía habitualmente el doctor David Salvatierra, y era él porque en ese momento descendía del coche dirigiéndose al caminito que conducía a la puerta.
Sin pensarlo demasiado corrí hacía la puerta y bajé las escaleras saltando, no pensé el motivo de que su llegada me alegrara tanto. No me preocupé de mi aspecto, solo quería estar en la puerta cuando llegara.
Victoria y Mateo esperaban de pie ante la puerta y un sirviente la abrió cuando el timbre de carillón dejó oír su música, el viento soplaba fuerte y una racha de aire frío me obligó a dar un paso atrás. Detrás de David, e inmediatamente, penetró ...