Amigos con derecho
Fecha: 11/11/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... encontrábamos besándonos sensualmente, con las bocas muy abiertas y entrelazando nuestras lenguas. Gonzalo empezó a masajear mis tetas, lo que me hizo gemir de placer. La suerte estaba echada.
Pensé en Julián, dormido a unos metros y en Sandra, cuidando de su madre, pero por alguna razón, aquello me excitaba aún más. Empecé a masajear la polla de Gonzalo por encima de sus pantalones y luego le bajé la cremallera con la intención de coger su verga erecta.
Dejamos de besarnos y yo me quité el vestido y el sujetador con rapidez. Mis tetas se balancearon al liberarse de su prisión. Antes de que me hubiera dado cuenta, Gonzalo ya tenía su cabeza enterrada en mis pechos, con uno de mis pezones en su boca y masajeando el otro con sus dedos.
Lo aparté con suavidad y le dije que se pusiera de pie. Me obedeció con rapidez y empecé a quitarle los pantalones, que cayeron al suelo junto con su ropa interior. Le cogí la polla al tiempo que el terminaba de deshacerse de su ropa y yo empecé a masturbarlo lentamente. Gonzalo gimió de placer mientras yo recorría con mis manos su verga completamente erecta. Me quedé sorprendida por el tamaño, debía medir alrededor de 25 centímetros y también era muy gorda. Sonreí al pensar en lo que iba a disfrutar cuando me metiera aquel pollón en el coño. La polla de mi marido no alcanza los 15 centímetros y hace tiempo que yo no disfrutaba de una buena polla, grande, gorda, vibrante y dura, que me llenara con su volumen. No iba a desaprovechar ...
... esta oportunidad.
Yo estaba sentada en el sofá, justo enfrente de Gonzalo que estaba parado ante mí con su tranca convenientemente a la altura de mi boca. Cogí su duro trasero con mis manos y lo acerqué hacia mí, al tiempo que besaba sus bolas y recorría con una lengua toda la longitud de su portentoso miembro. Lentamente, cerré mis labios alrededor de la enorme cabeza de aquella verga. Gonzalo empezó a mover sus caderas con suavidad hacia adelante y hacia atrás, follándome la boca despacio mientras yo conseguía introducir más y más de aquella enorme verga en mi hambrienta boca.
Pronto, me encontraba haciéndole “una garganta profunda”, algo que había pensado iba a ser imposible, pero allí estaba, con mi nariz casi pegada a su pelvis y mi lengua por debajo del tronco de su miembro. Se la mamé por unos diez minutos y luego Gonzalo, como si estuviera buscando una mejor posición para follar mi boca, puso un pie en el sofá y me tomó de la parte posterior de la cabeza. ¡Realmente me estaba clavando su verga hasta el fondo de la garganta!
Gonzalo empezó a gemir y sus gruñidos y bufidos me anunciaron que estaba a punto de correrse. Sin embargo, esto no era lo que yo quería. Ya tendría tiempo para tragarme su leche. Por ahora, estaba dispuesta a hacer que aquel momento durara tanto como pudiera y me saqué su nabo de la boca, sosteniéndola firmemente de la base.
Después de unos segundos, cuando las ganas de correrse de Gonzalo disminuyeron, me arrodillé en el suelo, con mis ...