1. Mi madre me consiente


    Fecha: 18/10/2017, Categorías: No Consentido Autor: Xavir, Fuente: CuentoRelatos

    ... trivial, pero empezamos a tomar, lo que me pareció raro porque ella no bebe, y más raro porque me iba siguiendo el ritmo. Cuando llevábamos unas cinco cervezas cada uno, empezó a reírse de cualquier cosa; es bastante simpática cuando está medio tomada. Me contó sobre su vida (de lo que, aunque pareciera raro y me di cuenta entonces, no sabía mucho) de las presiones en su trabajo, de la soledad que siente… de pronto maldijo a su jefa, en lo que yo la apoyé porque me cae muy mal la mentada licenciada. Entonces decidió que había sido suficiente, que no quería perderse esa noche por estar ebria, y dejó de beber.
    
    Llegó el momento de hablar de mí. Me preguntó cómo me iba, me preguntó de la universidad; le dije que todo iba bien, que no había problema. Luego me preguntó por Carolina, mi más reciente ex novia. Le conté que las cosas no habían salido muy bien, que nos habíamos peleado. Con tono de madre sabelotodo, me dijo que ya sabía, que esa muchachita no la daba buena espina. Luego de un silencio raro en ella, me dijo que de cualquier manera yo era guapo, y que no me faltarían pretendientes. Como cambiando el tema, se dio cuenta que no había música. Fue al estéreo, sacó su caja de discos y puso uno de Pink Floyd. Cuando empezó la canción de Shine on You Crazy Dimond, suspiró muy profundo, dijo que esa canción le encantaba y me invitó a bailar. Alegué que necesitaba otras tantas cervezas para bailar, pero no le importó, me tomó de la mano y me llevó al centro de la sala, yo ...
    ... quedé inmóvil como piedra, mientras ella empezaba a moverse.
    
    Empezó a bailar bajo esa lámpara de luz ocrecina que dotaba de sensualidad infinita los movimientos de sus brazos y sus piernas desnudas; primero lentamente, casi tímida; luego a medida que subía de intensidad la canción, su cadera, sus hermosas nalgas apenas cubiertas por la tanga del bikini bajo la falda transparente, empezaron a estremecerse con más libertad, adelante y atrás, cada vez más libres, más suaves y hermosas; hasta el punto en que las contracciones parecían cercanas al orgasmo; poseídas por las notas que iban llenando ese ambiente inflamado de mis deseos y la frenética sexualidad de mi madre, que ni en todas mis fantasías había podido vislumbrar tan espectacular.
    
    Aquella imagen superaba por mucho mis fantasías de adolescente; se veía especialmente hermosa aquella noche, perdida en la vieja canción. Tenía los ojos cerrados, y en sus labios una sonrisa mágica que suspendía solo para entre abrir la boca a punto de dejar escapar un gemido o un suspiro cuando la guitarra tocaba notas sensibles profundas; parecía de pronto que estaba excitada, como una hembra en celo; tal vez por la sensualidad que manaba de cada palmo de su cuerpo, tal vez por la sensación de mis ojos trémulos que recorrían su piel, fijándose en su cintura, en su espalda descubierta, en sus senos que se movían chocando uno con otro… o en sus piernas.
    
    No se cómo llegamos a eso, habrá sido el alcohol, la música, no sé qué cosa… tal vez ...
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