1. Desafío de galaxias (Capítulo 1)


    Fecha: 18/10/2017, Categorías: Grandes Series, Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... que Anahis, la hija del canciller de Mandoria estaba despierta: no podía dormir. Desnuda sobre la cama, trataba de conciliar el sueño pese al intenso calor de la noche estival. Estaba intentándolo, cuando en la lejanía comenzó a oír unos golpes metálicos que rompían el silencio de la noche. Miró el reloj de su mesilla y comprobó que eran las cinco de madrugada: las primeras luces aun no entraban por los ventanales de su habitación, solo la claridad de dos de las lunas del planeta.
    
    El ruido de los golpes retumbaba en todo el palacio, las enormes dimensiones del salón del trono actuaba como caja de resonancia. Se puso una fina bata de raso, y anudando el cinturón salió de sus aposentos en dirección al origen de los golpes.
    
    —¿Qué ocurre padre? —preguntó entrando en el salón. Se paró junto a ellos, y miro con interés como unos operarios intentaban soltar con escoplos y mazas, los doce sellos de duranio que aseguraban la enorme lápida, de varias toneladas de piedra negra, que cubría las dos tumbas: la de la Princesa Súm y la de Ramírez.
    
    —¿Qué haces despierta tan temprano? —la cara seria de su padre denotaba que algo importante pasaba.
    
    —¿Con estos golpes?, no creo que nadie duerma en el palacio, padre, y mucho menos con este bochorno.
    
    Los operarios, lograron soltar el último sello y colocaron sobre ella una maquina de tracción magnética. La activaron, y lentamente con mucho cuidado, comenzaron a levantar la descomunal lápida. Inmediatamente, un resplandor azulado ...
    ... salio por las primeras rendijas, que se fue ampliando según la lápida ascendía. La empujaron hacia un lado depositándola en el suelo y todos se asomaron, y miraron con estupor el fenómeno. Sobre su catafalco, el cuerpo incorrupto de la Princesa Súm, sujetaba con ambas manos la empuñadura de Surgúl, que reposaba sobre su cuerpo.
    
    —Informa a la abadesa de Konark, que Surgúl también reluce, —dijo el canciller a su secretario.
    
    —¿Cómo que también reluce? —Anahis miró con interés a su padre, que ensimismado seguía mirando con fascinación al interior de la cripta—. ¿Qué está pasando?
    
    —No tenemos ni puta idea, hija, solo que Eskaldár y Surgúl relucen, —seguía sin apartar la vista del cadáver de la Princesa—. Fíjate en ella Anahis, parece que está dormida. Hace 400 años, ella y Matilda, derrotaron al emperador en la guerra más colosal que han visto los tiempos.
    
    —¿Y porque Ramírez no está embalsamado? —preguntó Anahis fijándose en los restos esqueléticos de la pareja de la Princesa. Aun así, su imagen, con su casco, su coraza, el escudo con los emblemas de la Princesa y el hacha de combate, era impresionante.
    
    —Cuando la Princesa murió, él desapareció. Años más tarde encontraron sus restos junto con sus armas y la República los reclamó para que ocupara el sitio que le corresponde, a su lado.
    
    —¿Usaba ese hacha en las guerras?
    
    —Si hija, la usaba. Ramírez era un hombre extremadamente poderoso. ¿Te has fijado en su escudo? Lleva los emblemas de la Princesa. Sentía devoción ...
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