1. Delicias en familia 1 y 2


    Fecha: 11/12/2020, Categorías: Incesto Autor: Inter96, Fuente: SexoSinTabues

    ... y come —le riñó papá. Estaba emocionada por ir a ver a mi hermano, por lo que esa noche apenas pude dormir pensando en cómo le convencería para volver a casa. Él ya trabajaba. Era independiente. No tendría muchos motivos para venir conmigo, pero pensaba convencerlo. Salí a la cocina por algo de jugo, y cuando volvía, escuché los gemidos de mamá otra vez. Me asomé. La puerta, de nuevo, la habían dejado sin seguro. No me costó mucho ver cómo ahora mamá estaba de perrito sobre la cama, y papá, al pie de esta, con la polla extendida. Mamá le estaba mamando los huevos y lo hacía con una increíble pasión. Papá se masturbaba fuertemente y jadeaba de gozo. Mamá realmente quería la polla de ese hombre. —Me corro. Abre la boca, putita. —No me digas así —le dijo mamá, pero obedeció y sacó la lengua. Vi, anonada, como la descarga de leche le caía a mamá en la lengua, le pringaba en la cara y ella, jadeando y masajeándose la concha, se la bebía toda con gran placer. Su mirada de perrita decía que quería más. Yo no lo soporté y me fui a mi cuarto. El corazón me latía y sólo tenía la imagen de mamá bebiendo semen. Me empecé a calentar sin dar marcha atrás, y me recosté en la cama. Vinieron a mí todas las escenas que había visto hoy, desde los chicos en las duchas, la vagina de mi hermana Cass, detrás de sus bóxer hasta la boca de mamá comiendo esperma como si fuera helado. Noté la vagina caliente… y no pude resistirlo. Encendí la lámpara de noche y me quité las pantys. Hurgué entre mis ...
    ... pliegues y encontré todo chorreando de jugos. Miré cómo me escurrían por los dedos, y tragando saliva, me los llevé a la boca. Me gustaban las vaginas, y comer los jugos de la mía era algo que casi no hacía a menudo, porque era un manjar que me daba sólo de vez en cuando, pero esa noche no lo resistí, y me puse a masturbarme con tanta fuerza que terminé corriéndome varias veces, retorciéndome de placer y exprimiendo mi conchita para que saliera hasta la última gota de mis jugos. Me dormí más caliente, y feliz. DOS DIANA Fruncí las cejas porque me había parecido escuchar un sonido desde fuera de la habitación. Me saqué la polla de la boca y miré hacia la puerta. Como no estaba tan oscuro me di cuenta de que la había dejado entreabierta, por lo que se me heló la sangre al pensar que mis hijos pudieron haberme visto mamando. Rápidamente me levanté y me aseguré de cerrar con seguro. Al girarme, Gerardo, mi marido, estaba ya tumbado sobre la cama, con la verga apuntando al techo y sobándose los huevos. —Ven acá, putita. Sigue chupando. Suspiré. Odiaba que él me hablara de esa forma durante el sexo, pero no podía hacer nada. Gerardo era una máquina de follar. Me deslicé a la cama, subiendo primero una rodilla y sonriéndole con gesto coqueto. Me acomodó entre sus piernas y me dediqué a lamer el espacio pequeño entre sus huevos y la base de su pene. Esto hizo que se sintiera feliz y que comenzara a jadear de gusto. Para excitarme más, llevé una mano a mi coño y pellizqué mi clítoris. La ...
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