Chicas con recursos
Fecha: 15/12/2020,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dinero que te pagan por las clases, nosotras nos comprometemos a pasar los sábados por la noche contigo en el pisito de una amiga que lo tiene vacío.
Jorge se pasó la mano por el mentón, sopesando una oferta que, en realidad, no había que sopesar. Dos gemelas que estaban para matarlas a polvos se le ofrecían por la módica cantidad de 40 euros a la semana. ¿Qué había que pensarse? ¿A cuántos hombres agracia la diosa Fortuna con la oportunidad de terciar en un incesto lésbico? ¿A uno de cada millón? ¿A uno de cada cien millones? Era demasiado bueno. Demasiado bueno. Por fuerza tenía que ser mentira.
-¿Y cómo sé que no vais a quedaros con el dinero y luego dejarme tirado?
No debió hacer esa pregunta. Las gemelas le miraron furibundas, tremendamente ofendidas por haber sido puestas en duda. No usaron palabras para contestarle. Simplemente se levantaron, se acercaron la una a la otra y permanecieron casi un minuto entrelazadas por la boca. Era como ver a una tía morreándose con el espejo, sólo que el espejo tenía tres dimensiones y una lengua que exploraba la boca de su compañera como quien busca agua en el desierto. Quizás otro hombre se hubiera repugnado de presenciar un incesto, pero Jorge, anonadado, sólo podía disfrutar y masajear suavemente el pétreo bulto de sus pantalones. Cualquier roce un poco más intenso habría echado a perder los vaqueros.
-¿Nos crees ahora?- preguntó Verónica. Jorge asintió, incapaz de articular palabra.
Las chicas se despidieron de ...
... él y le dieron la dirección del piso donde le esperaban la noche siguiente. Jorge tuvo que descargarse en cuanto llegó a su casa, pero aún así, las 24 horas siguientes las pasó en un estado de erección semipermanente, tanto por el recuerdo de lo que habían visto sus ojos como por la anticipación de lo que vería (sentiría, olería, lamería o sería lamido) la noche del sábado.
Jorge llegó a la dirección a las 20:30, media hora antes de lo convenido. Claro que ellas habían sido más rápidas que él, porque veía luz en el piso al que debía subir. Esperó media hora deambulando alrededor del edificio, viendo a las gemelas besarse en cualquier esquina a la que mirara. Cuando su reloj marcó las 21:00, tocó el timbre y subió al piso. La puerta estaba entreabierta. Jorge pasó y cerró detrás de sí. Aquello más que un piso era un estudio, chiquito pero coqueto. Ambientado por la luz tenue y suave de unas cuantas velas, en el centro pudo ver un sofá cama ya desplegado. Las gemelas salieron del baño, una puerta a la izquierda, tomadas de la mano. No llevaban encima más que unas bragas blancas de algodón con dibujos de las Supernenas y un sujetador a juego. Se dirigieron a él y le saludaron con sendos besos cariñosos pero lascivos en la mejilla, ese tipo de beso en el que la lengua se despega de la cara después de los labios, y le condujeron al sofá.
Para Jorge, aquello era como descubrir que el paraíso lo habían creado a la medida de sus deseos. Aquellas dos gatas estaban decididas a no ...