1. Chicas con recursos


    Fecha: 15/12/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... darle ni preliminares. De repente sintió cuatro manos desvestirle, sacarle los zapatos, los vaqueros, la camiseta, todo salvo los calzoncillos. Tenía una especie de sobredosis de placer que hacía que la cabeza procesara las sensaciones más despacio que su tacto. De pronto cayó en el detalle de que no sabría decir quién era Amanda y quién era Verónica, y aquello sólo hizo que el deseo se le encendiera más. No soportaba aquella pasividad, y quiso meter baza intentando arrancar algún sujetador, pero las gemelas se lo impidieron, agitando el dedo índice delante de su cara.
    
    -Ah, ah – dijo una de ellas, a saber cuál-. Tú estate quietecito que Vero y yo nos sabemos apañar solas.
    
    La que había hablado, la de la supernena rubia en las bragas, era Amanda, por tanto. Esa certidumbre le arrebató a Jorge un poco del misterio que la situación le estaba deparando, pero se alegró al pensar que, en cuanto las dos se quedaran en bolas, ya no habría modo alguno de diferenciarlas.
    
    Las chicas le dejaron tumbado sobre el sofá cama, y se situaron delante de él para que no perdiera detalle del show lésbico que estaban a punto de ofrecerle. Él plantó la mano sobre el paquete, totalmente dispuesto a relajarse y disfrutar de cada uno de sus movimientos. Amanda y Vero se besaban con paciencia, mirándole de vez en cuando, recorriéndose los cuerpos con las manos; alternaban las caricias delicadas con apretones que hacían que ambas soltaran pequeños jadeos y grititos. Se desnudaron pacientemente, ...
    ... con un regocijo en cada prenda directamente proporcional a la ansiedad que la escena le estaba provocando a Jorge. Amanda le sacó el sujetador a su hermana y se sentó en una silla para poder tener sus pechos a la altura de la boca. Comenzó a chupárselos con lentitud pero de manera concienzuda; Vero tenía unos pechos preciosos y finísimos, coronados por una pezón oscuro y pequeño, erecto y sensible a las caricias de la lengua de Amanda. Ésta la recorrió por el pecho hacia arriba, de nuevo hacia la boca. Vero le devolvió el placer haciendo lo mismo que había hecho ella: sacarle el sujetador y amasarle las tetas, regodeándose en su tacto primero, y en su sabor después. De vez en cuando echaban una mirada a Jorge, que no era capaz ni de pestañear, y aquella mirada desbordada de lujuria era capaz de ponerlo aún más cachondo de lo que ya estaba, si es que tal cosa era posible. Las gemelas decidieron que ya estaba bien de exhibirse, el profesor ya había sufrido lo suficiente. Fueron hasta él y le bajaron los calzoncillos. A Jorge nunca le habían dejado con la polla al aire cuatro manos iguales.
    
    Amanda y Vero estaban, eso era evidente, más que complacidas con el efecto que habían provocado en Jorge. Con aquella generosa barra de carne, en aquel estado, podría haberse clavado un clavo en la pared. Cada una de ellas se colocó de rodillas a los lados de Jorge, de modo que él podía alcanzar a sobarles las tetas fácilmente, mientras las gemelas se inclinaban sobre su polla. Él dejó caer ...
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