1. El secuestro de Esther


    Fecha: 16/12/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Mi hermana siempre ha gustado como mujer. Esther recién cumplia los 18 años cuando todo pasó. Es una chica muy sexy y atractiva, que atraía las miradas de los hombres por su belleza: de estatura mediana, cabello negro largo hasta la cintura, tez blanca que resaltaba su boca pequeña pero carnosa, delgada y de busto regular, pero lo que más resaltaba en ella y su mayor atracción (y orgullo, para ella) eran sus caderas, redondas y prominentes (demasiado) para una señorita de su edad: bien formadas, paraditas y firmes, que ya fuera de perfil, de frente o de espaldas, hacían ver su silueta con la clásica forma de "botellita" y obvio, como una chica de su edad, le fascinaba presumir usando siempre faldas muy cortas o shorts y jeans muy ajustados, para que le definieran más sus femeninas formas. Es mi hermana, pero precisamente yo era uno de los tantos que se hacían la paja al verla caminar y mover sus caderas hacia un lado y hacia otro, y me daba mucho coraje que fuera mi hermana, pues quería cogerla y hacerla mi mujer. En casa, en la intimidad, era aún más difícil no mirarla, pues le encantaba andar únicamente en playeras y panties, por lo regular tipo cachetero o tanga, y pues confiada, siempre dejaba al descubierto sus encantos y su culo en particular. Varias veces me sorprendió mirándola directamente a su culo, y se cubría un poco entonces, pero esbozando una leve sonrisa. Aún así, no me atrevía a proponerle una relación incestuosa, pues no sabía cuál podría ser su ...
    ... reacción al respecto. Cuando dormía, todo su trasero quedaba completamente al descubierto y varias veces, sin hacer ruido, me acercaba a su cama para olerle su colita o simplemente pajearmela mirándola e imaginando la delicia que sería penetrar ese culo delicioso. Esther era muy correcta y muy estudiosa, siendo la estudiante más aplicada de su clase. Sólo tenia un pequeño defecto: era muy coqueta. Le encantaba tener muchos novios y le gustaba sentirse deseada por todos los chicos del colegio. Imaginaba la suerte que tenían sus novios de poder agasajarla, manosearla, agarrarle su cintura, sus pechos, sus nalgas, besar su boca y probar todas las delicias que Esther poseía como mujer. Un día, entre sus cosas, hurgando en su cuarto, encontré algunos juguetes sexuales, como un pequeño dildo de hule y cosas así; sabía que en secreto, a mi hermana le gustaba masturbarse, pero aún no se decidía a tener relaciones porque quería conservarse señorita. Sin embargo, su curiosidad de mujer pronto la estaba impulsando a dar el paso definitivo con un chico que según ella, "la hacía sentir sensaciones intensas" y con el que estaba empezando a acariciar la idea de darle su "tesorito". Comenzaba a sentir deseos de experimentar y volverse toda una mujer. Eso no me pareció, obviamente, pues sería otro el que tuviera ese placer de estrenarla y yo nunca sabría lo que era hacerle el sexo a mi hermana. Tuve la primera idea de confesarle que la deseaba y que quería hacerla mía, pero como siempre, temí su ...
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