Favor, se paga con favor. No fue un favor sexual, fue un acto de amor
Fecha: 17/12/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... necesita, que delire de goce. La tomó entre sus manos, masajeó, masturbó, lamió y chupó con fruición, saborea el glande, le saben a caramelo glaseado por las primeras gotas de la excitación masculina, relame y degusta a su hombre. Combina el subibaja de la piel con la urgente mamada, lo lleva del cielo cuando se lo mama y retiene dentro de la boca, y al infierno cuando lo saca y deja un instante sin caricia. Sabe cómo hacerlo, vibrar y se tensa, conoce esos síntomas, lo deja en ascuas, no tan pronto, la espera aumentará el goce final. Lo libera, deja en la espera, sabia en el arte del sexo oral, no deja de mirarlo, disfruta cada uno de sus gestos de loco placer. Se tiende en la cama, las piernas flexionadas, las plantas de los pies apoyados, abiertas, la felpa negra del vello púbico realza la belleza aromática del sexo. Con el dedo índice flexionado hacia arriba, hace el típico gesto de la invitación al banquete de su sexo.
Desprecia el plato principal, va por el entremés, pero se tiende entre las piernas, los pechos reciben todas las atenciones, caricias y apretones, lamidas y chupadas en los pezones erizados y atentos a reaccionar al lujurioso estímulo. Al roce responden con temblores y sacudidas, uno lo secuestra en su boca, retiene hasta hacerla gemir y retorcerse. Acaricia sus muslos para calmar el escozor de la calentura atroz que la invade, la rodilla del hombre se frota sobre el sexo, el hombre le come la boca, intenta ahogar el fuego que amenaza con derretir la ...
... íntima cavidad del placer, pero tan solo consiguen frotarse con desesperación las lenguas.
Se acerca despacio, saboreando cada poro, abriendo paso en la espesura pilosa, con nariz y lengua, reptando hasta la entrada, separa los batientes húmedos que protegen la entrada principal y salen a darle la bienvenida, abre despacio, los interiores, hasta introducir la lengua en el vano vaginal, entra, acaricia el interior y las paredes, explora y saborea todos los rincones de la almeja.
Un par de dedos, yemas hacia arriba, asisten la exploración, colaboran a mantenerla en tensión máxima. La lengua del hombre recorre la raja, lento de abajo hacia la cima, abre la ostra, roba su fruto: la perla rosada. Ahora el clítoris es rehén de la boca masculina, chupa fuerte, profundo, intenso. La escucha respirar, la observa cómo se aprieta fuerte los pezones, con ambas manos, gime y retuerce, eleva la pelvis, sacude, tensa tendones y músculos, arquea la espalda, jadea. El no cede, chupa más, intenso, acelera el coito digital, entrando y saliendo, rápido y furioso, ella marca el compás, él la armonía.
–¡No pares!, ¡sigue, sigue!, ¡no pares! – a media lengua es lo único que se le entiende.
Enrojece la piel, tiembla, estalla el terremoto, las remezones se extienden, toda ella es una onda expansiva pasional: está en pleno orgasmo, grita: -¡Ya! ¡Ya! Patricio no pierde uno solo de los gestos, los goza, mantiene cautiva la perla rosada, la oprime suave, calmo, amaina los temblores, ceden las ...