1. d) Davy, el castaño de ojos rasgados


    Fecha: 19/12/2020, Categorías: Confesiones Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... muy bien, no soy un cretino imbécil. -ahora si que se reía con ganas.
    
    -¡Oh!, no eres un necio, lo se. Y ya que resultas tan agudo, ¿para qué supones que yo pueda querer a una persona como tu? -sin elevar el tono su voz sonaba acerada y dura.
    
    -Imagino lo que puedas querer, resulta obvio suponerlo. -me miraba tenuemente irritado durante unos segundo, volviendo a su pedante sonrisa acto seguido.
    
    -Vamos a la terraza, Juan nos habrá llevado la limonada. -pensaba que ahora se pondría en pie y vería como era, lo imaginaba muy alto y fuerte aunque estaba muy delgado, y entonces creo que se me caía la mandíbula por mi asombro.
    
    Salió de detrás del piano manejando una silla de ruedas y avanzó hacia la puerta dejándome allí sentado y estupefacto, la manejaba como si fuera un elemento más de su cuerpo y se las ingenió para colocarla lateralmente y coger la manilla para abrirse camino sin mirarme.
    
    Le seguí casi corriendo, se movía con suma rapidez, pasamos por el lateral de un enorme patio donde había muchas plantas, con el techo cubierto de cristales formando una pirámide de cuatro caras, no me daba tiempo a mirar con detalle ya que iba delante y seguía muy veloz, volvimos a atravesar otra ala del edificio y llegamos a las terrazas que daban al paseo del mar.
    
    Juan permanecía delante de una mesa redonda con mantel de hilo blanco, donde había una jarra de cristal alta y dos vasos, vertió el líquido hasta la mitad y espero las órdenes, Davy se acercó a la mesa e hizo un ...
    ... gesto a Juan para que nos dejara solos. Miro la mesa y luego se volvió hacia el paseo con un vaso en la mano. Yo continuaba de pie mirando el paisaje que se perdía en una ligera bruma, hasta las montañas lejanas al otro lado del río, los barquitos en la bahía, a la derecha la playa que se perdía a la vista y el mar azul oscuro.
    
    -Siéntate y prueba la limonada, la ha preparado Juan y seguro que no está envenenada. -después de la rápida carrera y con el calor que hacía allí al aire, me apetecía y tome asiento enfrente de él cogiendo el vaso y me lo llevé a los labios.
    
    Sabia bueno y bebí otro poco, Davy estaba de perfil mirando el paseo y descubría lateralmente el verde fuerte de sus ojos, brillantes recibiendo la luz del sol.
    
    -¿Deseas saber lo que quiero de ti? No se trata de lo que tu supones, para eso los hay mejores, quiero escuchar tu voz, oírte hablar. Se que los demás querrán lo que ofreces en tus películas, pero este no es el caso. Háblame de ti, de tu familia, supongo que tienes familia, de lo que haces y no me interesa tus experiencias sexuales, eso puedo verlo cuando me apetece. -dejó el vaso sobre la mesa para mirarme directamente a los ojos.
    
    -Cuéntame tu vida, “ojos de cielo” -no dejaba de mirarme y los suyos resultaban muy bonitos, ese verde que cambiaba dependiendo de donde los mirabas.
    
    Si eso era lo que deseaba de mi le daría lo que quería. Posiblemente sufriera alguna dolencia que lo mantenía en esa silla, o podía ser impotente, pero ese no era mi ...
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