1. Perra obsesión (5)


    Fecha: 22/12/2020, Categorías: Incesto Autor: Horny, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentí como un estallido en mi interior, como una chispita de deseo y emoción tan grandes como no sentía desde mi primer beso como a los 8 años. No sé si ella también lo sintió, si logré transmitírselo el caso es que nuestras bocas resbalaron mojadas por la abundante saliva, separé sus labios aún más pues todavía se negaban a sentir, a dejarse llevar, mi boca irrumpió en su canal, usurpándolo todo, sintiendo cada milímetro del interior de la suya. Que hermosos labios tenía, que rosados, gruesos, delicados... que sabor, el sabor de esos labios era tan especial como ella misma lo era para mí, su aliento me invadía por completo y el mío se fundía con el suyo.
    
    Me moría por hablarle, por decirle todo lo que estaba sintiendo, lo que me estaba pasando, por gemir, por gritarle que me estaba muriendo por ella, cuanto la deseaba y la amaba... pero no podía, sentía que si abría mi boca para otra cosa que no fuera besarla toda la magia desaparecería, despertaría de mi sueño, de mi cuento de hadas que se hacía realidad. Mi cuerpo, ávido de expresarse no encontró otra salida que las lágrimas, pero no fueron muchas, solo un par que resbaló por mis mejillas y luego hasta mi cuello donde se perdieron. Entreabrí un poco los ojos para mirarla y me tropecé con unos ojos que me asustaron y no porque estuvieran vacíos, al contrario, me miraban con asombro, con esa mirada de quien ha descubierto algo nuevo, o al menos eso me suponía yo, eso quería creer para no enloquecerme.
    
    Comenzamos a ...
    ... acariciarnos suavemente por encima de la ropa, nuestras lenguas se encontraron ya fuera de nuestras bocas, al aire libre, chupándose los labios, peleando entre ellas por devorar a la contrincante. Mis manos merodeaban por la pequeña camiseta blanca que Diana llevaba puesta, acariciando sus pequeños pechos duros, su vientre plano, con cada vez más curiosidad. Ella se dejaba hacer, sus manos en mi nuca, su respiración cada vez más acelerada. El sofá se nos iba quedando estrecho y lo que llevábamos puesto no hacía más que aumentar el ya considerable calor de nuestros cuerpos excitados. Lo primero en desaparecer fue su camiseta, exponiendo sus pechos ocultos tras un sujetador blanco. Al fin podía acariciar su suave y cálida piel, besar las cúpulas de sus senos, morder sus pezones erectos a través de la fina tela. Mi mano se abría paso bajo su vientre, por dentro de los pantalones, contenta de sentir el calor húmedo que emanaba de sus bragas. Interrumpí mi avance para ponerme más cómoda y ella me ayudó a quitarme la bella prenda que tenía puesta quedando solo en tanga, una muy bonita de encaje.
    
    Diana no se quedó a la zaga, rápidamente se quitó sus pantalones tirándolos al suelo y enseguida llego hasta mi su intenso y delicado aroma, de animal salvaje, volviéndome más loca aún de deseo si cabe. Ambas en ropa interior, mirándonos fijamente unos segundos, volvimos a besarnos con pasión, y esta vez nuestras manos se volvieron menos tímidas y se dedicaron a explorar las partes que más ...
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