Hidden Club
Fecha: 24/01/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: veroydany, Fuente: RelatosEróticos
... ocho y diecinueve.
Se abrió la puerta, y, ¡por fin! Marta me buscó con la vista, viniendo en mi dirección.
Me puse en pie, y deposité dos besos de cortesía en sus mejillas.
Las esposas de mis amigos son tabú, pero eso no obsta para que deba reconocer que Marta es un verdadero bombón, con su rostro normalmente sonriente (ahora muy serio) sus cabellos de color castaño claro con mechas rubias, sus ojos verdes, sus pechos cónicos, altos y juntos, su cintura estrecha, sus caderas rotundas, su trasero redondito, sus muslos incitantes, y sus largas piernas.
—¿Qué te apetece tomar? —le pregunté haciendo una seña al camarero.
—Un té estará bien —dijo, evitando mirarme a los ojos.
—Pues tú dirás. Te confieso que he estado inquieto desde tu llamada. ¿Es algo serio?
—Es que no lo sé, Dany. —Hurgó en su bolso, del que terminó extrayendo una ficha, que puso sobre la mesa.
Solo había visitado un casino una única vez, pero aquello tenía la pinta de ser una de las piezas de plástico que se usan en vez de dinero. Tenía un borde algo más grueso, de color negro, mientras que el interior era blanco. En una de las caras, en lugar de su valor en euros, había una cifra en relieve: 143. En la otra, un holograma: mirando en una posición, se veía algo parecido a unos visillos. Si la girabas ligeramente, aparecían las letras “HC” difuminadas, como si las cortinas se convirtieran en traslúcidas.
—Pues yo tampoco tengo idea, cariño. Como supongo que tú has imaginado, parece ser ...
... una ficha de un casino. ¿Tiene Marcos problemas con el juego?
—Eso es lo primero que pensé, pero no creo… He revisado las cuentas bancarias, y no hay ingresos ni retiradas de fondos anormales. Las tarjetas de crédito tienen muy pocas disposiciones y de pequeños importes, todas en comercios, ninguna de efectivo, y el saldo está muy lejos del límite. Así que… —se encogió de hombros—, no sé qué pensar.
Medité unos segundos cómo decir lo que estaba rumiando sin ofender a Marta. Al final, decidí que no había más que una forma:
—¿Has preguntado a Marcos?
Marta compuso un gesto de fastidio.
—No, y te diré por qué. La ficha o lo que sea cayó de sus pantalones cuando estaba revisando los bolsillos para llevarlos a la tintorería. Me chocó, pero no le di mayor importancia, y me olvidé de ella. Comencé a dársela cuando esa tarde apareció mi marido antes de lo acostumbrado, y se puso a hurgar en el ropero como un poseso. Luego preguntó si había llevado algún traje suyo a limpiar. Cuando le dije que sí, farfulló una excusa, y salió. A la vuelta, parecía preocupado, y me dirigía miradas pensativas de vez en cuando. Vamos a ver, Dany: suponte que esto —mostró la ficha en la palma de la mano— tiene un significado inocente, aunque no se me ocurre cuál. Lo lógico habría sido que me preguntara algo cómo “¿has encontrado una especie de ficha en mi ropa?” Yo le habría respondido que sí, y él me habría explicado de qué se trata. —Cerró el puño, ocultando el círculo de plástico—. El ...