el guapo joven güero casado del rancho era mío y él gozaba conmigo
Fecha: 24/10/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... de los extremos de la plaza miro cómo se alejaba Sergio, abrazando de costado y por los hombros a su mujer y, justo cuando pensé que no volvería a encontrarme con su mirada, volteó como si se hubiere sentido visto por mí, se halló con mis ojos, algo le dijo a su mujer al oído y se acercó corriendo a mí dejándola en espera. -Lalo, ¿vas a seguir en la plaza?- preguntó. -Claro, a la banda le faltan un par de horas y ahora sí me puedo poner bien borracho- contesté. -Me da gusto oírte, compadre, porque te voy a invitar alguito que tengo en la casa- propuso mientras comenzó a regresar con corriendo igualmente con su esposa y terminó –nada más deja las acompaño a que se duerman en casa de mi suegra y regreso a buscarte. Para despedirnos de momento sólo asentí con la cabeza y me quedé mudo de pensar que ese hermoso desconocido quería estar conmigo. Qué belleza de nalgas se le miraban rebotar al alejarse corriendo. Esas nalgas que unos jeans a la medida y un cinto bien ceñido hacen resaltar. Esa espalda amplia y fuerte y la cinturita que remataban la divina retaguardia que con su mujer volvía. Los minutos fueron eternos. Quizá tardó 20 minutos en volver pero sentí que fueron 3 horas. Lo vi acceder a la plaza por la misma esquina que salió y dirigirse directamente hacía mí, ágil y atlético trotando hacia donde estaba con los otros chicos del pueblo. Llegó e hizo comentarios con los demás, que entre ellos todos se conocían. Chacoteamos entre nosotros varios minutos y seguíamos bebiendo ...
... y cantando a la par de la banda que animaba la noche, entre los demás muchachos. La fiesta seguía y cada vez estábamos más ebrios. Nadie había perdido la cordura pero ya todo estábamos mareados. Entre tanta confusión, muchas cosas pasaban desapercibidas para el grueso de la concurrencia, como lo que hizo. Entre los festejos, Sergio de cuando en cuando me abrazaba por los hombros y revolvía mi cabello. Yo ya no sabía si sólo estaba borrachito, si me estaba excitando o si ya me había enamorado este fulanito. A la brevedad, me hizo confirmar las 3 cosas. De la nada, se acercó unos segundos por detrás de mí y me lamió la oreja, diciendo al mismo tiempo –te podría comer ahorita mismo y eso que todavía no estoy borracho. Me quedé consternado y muy ansioso, con una curiosidad del tamaño de la noche misma pero con poca voluntad para averiguar por lo borracho que estaba. Pasados los minutos, me alejé un poco del gentío y me quedé sentado en una jardinera, tratando de superar mi embriaguez. Al poco tiempo llega Sergio y me levanta a cuestas, diciendo –ven, te voy a llevar de aquí para que se te baje lo borracho pero no te preocupes que yo te cuido. Hasta el día siguiente, yo me enteraría de que me llevó a la ribera de la Ciénega, en los límites del pueblo. No recuerdo el camino. Sólo que llegamos y me recostó a la sombra de un árbol, poniéndose él a mi lado. Dormité unos 20 minutos y, en algún punto, Sergio llama mi atención sacando un churro de mota de entre sus ropas y volteó a verme ...