el guapo joven güero casado del rancho era mío y él gozaba conmigo
Fecha: 24/10/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... –mira, esto es lo que tenía para compartir contigo. Yo de veras estaba torpe y vi cómo encendió el churro. Me lo pasó. Estuvimos fumando los dos. Al terminar, yo me sentía más mareado aún pero ligero y comenzamos a bromear y a golpearnos ligeramente como jugueteando. Yo mismo, todo mariguano, supe que esto era como un pretexto instintivo para tocarnos. En lo que reíamos y seguíamos con los golpecitos, como un par de niños, él me golpeaba las rodillas y luego lar piernas, así como consecuentemente yo. Sin pensarlo más, en esos toqueteos, extendí mi mano hasta su verga, debajo de sus jeans negros y estaba bien duro. Le seguí tocando ya sin pudor alguno ni reserva. Se terminaron las risas y comenzaron los jadeos. Sergio puso sus brazos hacia atrás y se dejó caer, quedando medio sentado y medio recostado. Me abalancé sobre él. Su aroma me tenía cautivado: loción cítrica acompañada de su aliento alcohólico. Besé discretamente su mejilla y eché mi brazo derecho sobre su pecho suspirando un montón. Con la mano izquierda seguía acariciando su verga sobre el pantalón. El cierre le iba a reventar. Traía un trozón aprisionado. Yo seguía suspirando y se dio cuenta –¿te gusto, morro? -Me encantas, cabrón, desde que te vi bailando en la Topa y luego meando junto a mí. -Tú también me gustas un chingo y desde el principio supe que era puto- acabaló su comentario. -Yo podría ser tu puto toda la vida, Sergio, y no te pediría nada a cambio- le contesté mientras por fin lo besé, entre mucho ...
... sabor a cerveza y humo de mota. En general, fueron muy pocos minutos los que no estuvieron nuestras bocas juntas, besándose; mucha lengua y muchos labios. También nos besábamos el cuello, la espalda y el pecho. Era delicioso disfrutarnos. Sergio se incorporó un poco y desabrochó su cinto y su pantalón. Bajó el cierre y se miraba su abultaba trusa. Levantó un poco la cadera y bajó sus pantalones y calzones hasta la rodilla. Por fin su verga e todo su esplendor. 19 o 20 cm, gruesa, blanca, cabezona, derecha y apuntando hacia su ombligo. Perfecta. Con la cabeza roja de tanta sangre y sin gota de precum. Seca pero deliciosa. Sus huevos eran de esos que el escroto pega al cuerpo cuando se para la verga. Sus pelos castaños, largos y rizados guardaban en perfume más suculento del mundo. Se imaginarán que de inmediato baje a comerme toda la carne. Me la metí a la boca y me mamaba toda la verga. Subía y bajaba, haciendo arcadas cuando la metía toda, pues a pesar de no ser monstruosa era verdaderamente grande y excitante. Sergio me invitaba a seguir y gemía. Gozaba con cómo se la mamaba y yo estaba encantado. No quería que ese momento terminara. Quería morderle la reatota de tanta ansiedad. No sé cómo ocurrió pero de repente ya estábamos completamente desnudos, con el agua estancada al fondo, las estrellas iluminando y la brisa invernal soplando. No nos importó el frío. Improvisadamente pusimos la ropa como tálamo para estar más cómodos sobre el campo. En una maniobra, Sergio se puso de ...