1. Ardiente oscuridad. En la noche, madre, hija o abuela era igual para meterla


    Fecha: 27/02/2021, Categorías: Gays Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... erguidos se ofrecían a mi boca como deliciosas frutillas que me hicieron recordar mi deseo de hacerlas mías.
    
    Lamidas, leves mordiscos e intensa chupada a los pezones le arrancaban gemidos de placer, que aumentaron en intensidad cuando comencé a estrujarle la teta, mientras la otra mano nada en la abundante humedad de la concha. El dedo gordo en el clítoris y los tres siguientes hurgando dentro, la excitan y comienza a gemir y a ahogarme presionándome contra su teta.
    
    Me retiró de su teta, girando hasta poder colocar su boca nuevamente en el miembro, otra vez “al palo”, buscó la verga, pegó tremendas chupadas para montarse, a horcajadas mío, metérsela en la concha, hasta los huevos. Un instante y se la mandó ella misma para sentirla toda en ella, hasta que hizo tope, recién ahí se detuvo, pero solo un instante.
    
    Me miró agradeciendo lo que tenía dentro, movimientos de subibaja, saliéndose hasta la cabeza para dejarse caer lento, pero hasta presionar con todo. Era todo movimiento, activa ansiedad, descontrolada por las oleadas de calentura que la recorren y hacen vibrar. Los gemidos brotan con las incoherencias propias de una hembra presa de la lujuria, tratando de liberar su deseo endemoniado que la controla, exorcizar esa calentura atroz que atenaza sus entrañas, que constriñe sus esfínteres, que endurece sus músculos y no le permite llegar al abismo de la satisfacción.
    
    La aprisiono de las caderas, atraigo su cuerpo y arqueo mi cintura, elevándome con ella encima, ...
    ... haciendo la penetración más profunda y la entrada más intensa.
    
    Esa combinación de movimientos, alteran el ritmo, la sustraigo de sus propios pensamientos para pedirle que se permita dejarme llevarla en el viaje de su vida, que se entregue al macho que tiene dentro de sí.
    
    No sé si fueron mis palabras o qué, pero en una penetración me elevo un poco más... y ella se dejó llevar en el vuelo al paraíso… de pronto su mirada se pierde, aspira profundo como en agonía y un quejido venido del más allá se ahogó en su pecho.
    
    Dejó de respirar, la ensarté en mí, empalada hasta el fondo de mi ser y nuevamente se repite el efecto de dejarse morir en mis brazos.
    
    Fue un orgasmo, intenso, silencioso y luego la nada misma.
    
    Unos segundos de mortal silencio y luego comienzo nuevamente a elevarla, y dejarla caer, siempre ensartada en la estaca de carne
    
    que busca el fondo de su ser.
    
    El ritmo increscendo le provocaba jadeos más y más intensos, los ojos fuertemente cerrados, concentrada solo en su placer, comprensible, para saciar el deseo contenido. No pudo aguantar tanto como hubiera querido, sorprendida por el orgasmo estremecedor y violento, convulsionó en temblores y gemidos, en toda la duración de la secuencia.
    
    La contuve con las manos en las caderas para que no cayera, con elevaciones de pelvis me introducía cuanto podía en su argolla, haciendo los orgasmos más profundos y duraderos. Agotada se dejó caer encima de mí, buscando el aire que le faltaba en sus pulmones, sin ...
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