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Ardiente oscuridad. En la noche, madre, hija o abuela era igual para meterla
Fecha: 27/02/2021, Categorías: Gays Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... mi colita, pero si… me coges como a mamá… Motivado por la tentadora invitación, me propuse hacerla gozar hasta matarla de placer. Le removí la concha a pijazos, ella era una hoja sacudida en la tempestad bramante de una poronga que buscaba dejarle la argolla (vagina) hecha flecos. La invitación ameritaba hacerlo del mejor modo, poniendo todo y más para conseguir ese premio extra, atravesarle su hermoso culito y vaciarme dentro. Los gemidos de gozo se sumaron a los quejidos producidos por el profundo empuje de mi cuerpo dentro del suyo, queríamos fundirnos en una sola humanidad, la comunión de las carnes en un solo propósito el goce tan ansiado. Explotó en incontenible orgasmo continuado que la dejó dada vuelta, agotada en su resistencia y en el deseo, desarticulada su humanidad maltrecha, babeando y hablando en lenguaje incomprensible. Me mantuve dentro de su concha, moviendo la pija, muy poco. Luego de prudente respeto por su orgasmo, la coloqué boca abajo, entré por la concha, desde atrás, elevé sus nalgas colocándola con el vientre sobre la almohada. Apuré los movimientos en ella, obviamente pregunté si me había ganado “el otro agujero”. —¡Sí!... pero sin uso, porfa, despacio, no me lastimes… bueno no me lastimes mucho… A todo lo que pedía, respondía que sí. Así me hubiera pedido la luna también hubiera sido un sí. Totalmente obnubilado por hacerle el culito, me había guardado para este momento. Le saqué de sus jugos algo de lubricante para el ano, ...
... agrandarlo con uno y dos dedos, consideré llegado el momento de colocarla. Apoyé el glande en el agujero estrecho, con cuidado y decisión entré en él. Removía las nalgas con mis manos, en forma circular como quien hace lugar para entrar con más facilidad, haciendo que se deslizara, sin pausa, hasta alojarse en toda su extensión en el recto, que en ese instante se había convertido en una boa constrictor por lo que se cerraba entorno de la agresiva poronga. Estar todo adentro de Silvita era una sensación deliciosa, no paraba de moverse, se impulsaba en sus rodillas, subiendo y bajando las caderas, ayudando con movimientos opuestos para acrecentar la penetración. La pija en su vaivén, muy apretada como para sacarle chispas en la fricción no pudo resistir mucho más. Unas pocas entradas con toda la fuerza en ese culo fueron suficientes para derramar adentro todo el contenido de leche acumulada en esa semana sin concha. Quedé realmente alucinado, por la intensidad. —¡No la saques! —más parecido a un ruego que a un pedido. Se la dejé dentro, sin salirme, solo disminuyó un “alguito” la erección. Ella comenzó el movimiento, sin querer sacarme. Quería más fiesta, y se la voy a dar. Los cuerpos jóvenes siguen ardiendo en la fragua del deseo. Mueve el culito, haciendo que la pija entrara en acción tan rápido, recuperando la dureza previa. Ahora el recinto estaba más húmedo por la acabada reciente, el tránsito por este túnel era mucho más placentero para ambos. En un momento ...