La despedida de soltera de una pasante
Fecha: 27/02/2021,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... primera ni a la segunda ni a la tercera, pero sí a la cuarta; después de presionar fuerte y hábilmente, ya pude meterle el glande y hasta dos o tres centímetros más. Armi se quejó lo suyo, pero no me dijo que se la sacara y encima se calló enseguida. Aproveché ese silencio para ensartarle más o menos tres cuartos de polla —unos dieciséis centímetros— y entonces ella sí que aumentó la frecuencia y el volumen de sus quejidos, aunque, para mi sorpresa, tampoco me pidió que se la sacara. Temiendo yo que me lo fuera a pedir de un momento a otro, opté por adelantarme a la jugada y se la hinqué toda, los veintidós centímetros completos. Sus gritos se elevaron entonces a la quinta potencia y puede que se oyeran en todo el edificio y hasta en la calle.
— ¡Sácala ya, sácala! ¡Ah! ¡Ay! ¡Uf! ¡Que la saques te digo, leche! ¡Ay! ¡Uy! ¡Uf! ¡Sácala que me haces daño! ¡Que no la aguanto! ¡Ah! ¡Ay! ¡Uf!
Pero no se la saqué, no. Le dije que me estaría quieto hasta que su culo se amoldara a mi polla y la aceptara. Arminda se negaba en redondo, exigía que se la sacara, y yo le pedía que esperara un poco, que se tranquilizara, que me diera una oportunidad. Y esperó, claro, pero sin remedio, porque no se la saqué ni lo más mínimo. Lo curioso es que poco a poco su griterío fue amainando hasta casi permanecer callada y a la espera de mis embates. Fue justo en ese momento cuando empecé un bombeo suave, casi imperceptible, que gradualmente fui aumentando de fuerza y de ritmo. Al ratito ya me la ...
... estaba follando con normalidad, incluso con cierta virulencia, sin que Arminda rechistara. Lo mejor vino cuando aproveché aquella posición de cuchara para tirarle una mano al coño y afianzarle más el culo contra mi cuerpo, a la par que le metía hasta dos y tres dedos o le palmeaba el clítoris. El resultado fue que sus anteriores gritos quejumbrosos ahora se tornaban en jadeos y exclamaciones de placer. Yo no soy gran devoto del polvo anal, pero reconozco que el culo de Arminda me causaba un placer enorme debido a que tenía el calor ideal y la estrechez perfecta para mi polla, a la que le hacía la presión justa, cien por cien placentera. Tan a gustito estaba horadando aquel trasero que por momentos medio enloquecí de gozo y le asesté un montón de pollazos bestiales, tremendos, que paradójicamente ahora ella los aguantaba sin problemas. Cuando me corrí pensé que no iba a parar nunca del lanzar chingarazos de leche, y la mano con la que yo le masajeaba y le palmeaba el chocho también acabó empapada de flujos vaginales.
Después de esta enculada sí que nos dormimos más o menos dos horas. Cuando me desperté ella ya se iba a vestir con la intención de marcharse, y yo le dije que sí, que muy bien, que nos iríamos, pero que antes nos diéramos una ducha juntos. Arminda aceptó mi plan y lo mejoró con creces haciéndome una mamadita bajo la ducha. Me chupó la polla tan ricamente, con fervor, golosita, y yo me corrí en su boca sin que ella le hiciera ascos a mi pringosa leche. Fue el ...