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Lo que pudo haber sido...
Fecha: 02/03/2021, Categorías: Gays Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... completamente seria y con un deje de verdadero enojo. Iba en serio. —Está bien – cedí y me aferré al último deje de misterio, pues quería que la sorpresa fuera, en verdad, una sorpresa. – vamos a la playa. —¿A cuál playa? – me preguntó aun amenazante. No funcionó mi táctica. —O.k. – repuse suspirando – Si te digo a donde vamos, ¿prometes no preguntar nada más? —O.k. – suspiró con hastío. —¿Nada, nada, nadita? —¡Pablo! – exclamó desesperada y echa una furia. —Veracruz – le confesé —¿Veracruz? – preguntó completamente tranquila y sorprendida. Su ira se había apagado en un abrir y cerrar de ojos. Mujeres… —Veracruz. – afirmé. Ella asintió y dirigió su mirada a la carretera, oscura y no habló más. Casi la mitad del trayecto fue en silencio. Incómodo. Pensé en una y mil cosas que decir, pero estaba muerto de nervios y no quería generar cualquier rispidez entre nosotros y se me ocurrió algo, que quizá podría aligerar el peso, tan sonoro, del mudo ruido que reinaba. Cuando éramos novios, teníamos una suerte de juego de frases que usábamos para cuando no quedaba qué decir y, generalmente, después de recitarlas, nos sentíamos mejor. Era algo infantil y tonto, pero recuerdo que nos hacía sonreír. Me pareció buena idea. —¿Y luego? – pregunté en medio del silencio volteándola a ver en la medida de lo posible, pues iba concentrado en la carretera. Ella me miró extrañada y justo cuando iba a replicar, sonrió y se rio, negando amigablemente con la ...
... cabeza. —Pasó un borrego – respondió volteando los ojos hacia arriba, pero sonriente. —¿Y después? – pregunté de nuevo —Un cien pies —¿Y antes? – seguí con el juego de palabras —Dos caminantes – respondió al instante, con tranquilidad. —¿Y al fin? —Un delfín – sentía su mirada. Su mano se posó sobre la mía. —¿Y entonces? – volví a preguntar —Un rinoceronte —¿Y al rato? —Pasó un gato – inmediatamente después de terminar la frase, lo tenso del ambiente se rompió. Sus dedos se entrelazaron entre los míos y añadió: - Te amo. —Y yo a ti – respondí con profundidad. De ahí en adelante, no paramos de hablar durante el viaje. Eran cerca de las 2 de la mañana cuando llegamos al hotel Novomar. Elena se sorprendió cuando llegamos al mismo lugar donde nos habíamos encontrado hacía tres meses, después de tres años. “Hijo de tu puta madre… Te amo” me soltó cuando bajamos del carro. Se encontraba en un limbo entre enojo y admiración. Yo me sentí alagado de generarle ambos sentimientos. Nos registramos en el hotel y le pague a un botones para que subiera mi pequeña maleta a la habitación una vez nos dieron las tarjetas de la misma. Elena no traía más que su celular y lo puesto. —¿Me acompañarías a caminar en la playa? – le pregunté en el lobby tendiéndole una mano al más puro estilo renacentista. —¿Acaso tengo de otra? – respondió imitándome, pero tomó mi mano y salimos. Hacía una noche nublada, pero no hacía frío. El calor húmedo, propio de ...