Las dos Marías
Fecha: 06/03/2021,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: pompita, Fuente: CuentoRelatos
Vivía yo tiempos de calenturas como de bestia. Todo mi masculino cuerpito juvenil era como un depósito de leche hirviendo, y poseído por esas calenturas que me tenían ardiendo, había agarrado aquella pajera costumbre de ir toditas las tardes de aquel caluroso verano, a mirar las muchachas que pasaban por aquel puentecito que unía mi suburbano barrio, con el camino que llevaba o volvía de la ciudad.
Quedaba, estratégicamente adentro de un tupido monte por donde pasaba aquel arroyo.
Y habiendo yo captado que desde una escondida ubicación debajo del puentecito podía verse a las personas que por allí pasasen viéndolas uno desde bien abajo, pues...no tuve mejor idea, que ir a apostarme allí, para verle las piernas y el culo a las chicas cuando por allí pasaban.
Pero mi elucubración no quedó sólo en esconderme y mirarlas, sino... ¡en esconderme, completamente desnudo! para hacerlo más emocionante!!!más pajeramente emocionante!!!
Llegaba pues al lugar, me desnudaba quedando bien - bien desnudito, y dejando mi ropita allí, detrás de mí, sobre una piedra, me ponía debajo del puentecito mirando hacia el camino, y allá aparecían las chicas pasando encima mío, y sus piernotas, nalgas y rajas, eran el centro de mis ardientes miradas.
Yo, un superdotado genital afortunado en haber sido agraciado por la naturaleza con una tremenda pijota de más de 28 cm., iba allí a apostarme debajo del puente, para eso hacer; y encima...empalado como un burro.
Ya, había agarrado yo esa ...
... costumbre. ¡Toditas las tardes hacía eso! Pero aquella tarde, aquella fatídica tarde, me sucedió "aquello".
Sí, "Aquello". ¡Ay! ¡"aquello” ...!
Había llegado yo tal cual era ya mi costumbre, y habiéndome desnudado como de rutina y colocado mi ropita sobre la piedra, allá voy hacia aquel lugar debajo del puentecito, ¡y a esperar las muchachas se ha dicho!
Pasaron una... dos... tres... y yo, ¡extasiado en tales contemplaciones!
Las que habían pasado eran unas piernonas despampanantes y con unas minifaldas de infarto, y ya podrán imaginarse, ¡cómo me habían dejado el grandote! ¡Enorme me había quedado!!!
De pronto, mientras miraba yo atento hacia allá donde el camino anunciaba la aproximación de otra chica acercarse, siento detrás mío aquella voz así hablarme:
-"¿Muchacho??? ¿Qué haces ahí desnudo, muchacho???"
¡La María! ¡era, la María!!! Hermosísima y muy sensual vecina veinteañera, mayor que yo, que luciendo una cortísima minifalda de última moda por aquellos entonces, abiertas con un tajo lateral y acordonadas con un cordón que pasaba por ojales dejando ver entre los cordones los costados de los muslos en hiper-sensual estética, y vistiendo encima un diminuto top que le dejaba afuera más de la mitad de sus hermosas tetas, así, así vestida y riéndose burlona al así haberme sorprendido y colocado sus manos en la cintura al así hablarme, me sorprende con esa pregunta a mis espaldas habiendo hasta allí llegado sigilosamente sin haberla yo escuchado, llegando ...