1. Ya soy el puto del equipo (XVIII)


    Fecha: 17/03/2021, Categorías: Anal Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... ama Abelardo.
    
    Nos sentamos en la cama y nos besamos hasta no sé por qué que nos pusimos de pie, nos lavamos la boca y, desnudos como estábamos, nos fuimos a preparar la cena y cenamos los dos en un solo plato, no hacían falta dos. Me daba de comer y yo le daba de comer. No faltaron los besos durante la comida así como compartir algún trozo de carne como dos leones jóvenes que se la pelean hasta cortarla con los dientes. No hacían falta las palabras, nuestros gestos nos decían: «amor» y nosotros vivíamos el amor en cada momento.
    
    Nos fuimos luego a la piscina. Nos sentamos al borde de la misma, uno junto al otro y abrazados por la cintura con una mano y con la otra para acariciarnos.
    
    — Doro, ¿no te parece que somos como niños?
    
    — Abe, somos como niños
    
    — ¿Qué hace que estemos así?
    
    — Pienso que es amor, vivimos el amor con intensidad y hoy nos ha dado esta locura.
    
    Allí estuvimos algo más de una hora mirándonos, haciendo pequeñas conversaciones, sobre la taita, la mamá, el papá, el placer, filosofamos sobre las estrellas que veíamos en el cielo y nos abandonábamos dejando caer nuestras cabezas sobre los hombros. Entramos en el agua. Nadamos un rato en silencio, luego abrazados dentro del agua, nos besábamos y juntábamos nuestros cuerpos totalmente, desalojando el agua de nuestro pubis porque los penes se erectaban. Salimos del agua, nos hicimos secar por el calor y nos fuimos a la cama. Nos acostamos, desnudos sobre la sábana, soportando el calor.
    
    — Abe, ...
    ... quiero que me poseas.
    
    — Date la vuelta y prepararé tu culo para no hacerte daño.
    
    Empleamos todas las posibilidades a nuestra disposición e hicimos el amor como nunca lo habíamos hecho. No hubo mucho dolor, y lo poco que pareció haber se convirtió pronto en placer. Hicimos el amor cara a cara. Mis pies rodeaban su cintura y sus manos atraían mis caderas. Me penetró, sentí inmenso placer. Holgué maravillosamente, me sentí atravesado por una saeta de amor. Se sintió recompensado porque no le permití que se saliera de mí y pudo eyacular dos veces en mi recto sin salirse y yo igualmente sobre su abdomen. Le dije que durmiéramos con su polla dentro de mí. Me contestó:
    
    — Dentro de ti podré estar acostado, pero no sé si dormiré; si te siento, mi vida es tuya.
    
    — Pues permanece así hasta que puedas y te venza el suelo.
    
    Creo que no tardé en dormirme. Parece que no tardó en dormirse. Me desperté por la luz que penetraba en la habitación y tenía su polla dentro de mí.
    
    — ¿Duermes?
    
    — No.
    
    — ¿Qué haces?
    
    — Amarte.
    
    No tardó en bombear y eyaculó. Ya nos fuimos a duchar y a desayunar. Pasaría el fin de semana y esperábamos ansiosamente a Ifi con los niños. Cinco días más con nosotros. La mamá de Abelardo visitaba a mi taita y merendaban juntas. Ambos, Abelardo y yo, teníamos taita y mamá. Las mujeres se complacían. Cuando quisimos hablar de nuestro amor, ya todo fue tan fácil, que nos animaron a perseverar en nuestro afán de amarnos. Hasta el papá de Abelardo se sentía ...
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