1. La historia de Claudia (10)


    Fecha: 30/03/2021, Categorías: No Consentido Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... quiero escucharlas diciéndomelo.
    
    Claudia se enjugó las lágrimas pasándose una mano por la cara y dijo mirando al piso:
    
    -Estoy... estoy orgullosa de... de llevar su marca en mi cuerpo, señora...
    
    Y enseguida Laura murmuró:
    
    -Me siento orgullosa de llevar su marca para siempre, señora...
    
    La señora las miró con expresión satisfecha y les dijo:
    
    -Muy bien, perras... ¡Muy bien!... ahora escúchenme. Mi marido viajó al interior por su trabajo y no volverá hasta dentro de dos semanas. Ustedes estarán a mi entera disposición durante las veinticuatro horas de estos quince días y se van a presentar ante mí cada vez que las convoque, y no quiero excusas. ¿Está claro?
    
    Ambas asintieron y la señora agregó:
    
    -Bien, ahora desnúdense y pónganse en cuatro patas. –y salió del comedor para volver enseguida con los collares, los recipientes, la bolsa de alimento para perros y su rebenque.
    
    Ambas sumisas estaban terminando de quitarse la ropa y cuando estuvieron en cuero se pusieron en cuatro patas. La señora les colocó los collares, vertió sendas porciones de palitos en dos de los recipientes, llenó de agua los otros dos y dijo:
    
    -Bueno, perras, a comer, vamos, y se lo tragan todo. No quiero ver ni un palito ni una sola gota de agua... ¡Vamos!
    
    Ambas inclinaron la cabeza sobre los recipientes y empezaron a comer tomando cada palito con los dientes. Después de dos o tres bocados, Claudia se dijo que en realidad no tenían un mal sabor, y siguió comiendo e inclinándose ...
    ... cada tanto sobre el recipiente del agua para beber usando la lengua. A Laura le costaba más asumir la situación. Encontraba que los palitos tenían un gusto entre insulso y algo desagradable, pero se empeñó en seguir comiéndolos mientras trataba de imaginar la reacción que tendrían sus compañeros de la facultad si la vieran en tal menester. "¿Y Paola? –se preguntó. -¿Qué diría Paola?" -pero ningún pensamiento fue capaz de evitar que siguiera comiendo y bebiendo como una perra.
    
    La señora las miraba excitada y absolutamente consciente del intenso placer que le producía dominarlas al punto de hacer con ellas lo que se le antojaba, de ir convirtiéndolas en perras con hermosas formas de mujer.
    
    En determinado momento ambas bajaron las caderas y entonces les gritó:
    
    -¡Bien en alto esos culos! ¡Vamos! ¡Afírmense sobre las rodillas! -y les cruzó las nalgas de un fuerte rebencazo. Así las fue corrigiendo cada vez que la posición no era la correcta, hasta que ambas sumisas terminaron con el alimento y el agua y sabiendo muy bien, a fuerza de azotes, cómo debían hacerlo de allí en más. La señora les ordenó entonces que lavaran los recipientes en la cocina, los dejaran allí con la bolsa de alimento y volvieran en cuatro patas, y dicho esto se dirigió al dormitorio. El espectáculo de ambas perras comiendo totalmente sometidas a su voluntad la había excitado y se dispuso a darles como postre una buena cogida usando sólo sus culos, ya que Pablo había indicado una abstinencia vaginal de ...
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