1. Aquellas pajas


    Fecha: 09/04/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... con algo especial puse mi mano izquierda muy lentamente sobre una de sus nalgas y con la otra zumbándome la polla envuelta en un trapo para no dejar manchas sospechosas, me corrí con la imaginación ya puesta en atrevimientos mayores.
    
    DIA 5.
    
    Por la mañana mi hermana comentó la necesidad de ir a comprar más comida al pueblo. Preguntó si queríamos ir todos, pero yo dije que no quería ir. Entonces ella dijo que no podía quedarme solo y que una de las tres tenía que quedarse conmigo. Le tocó a Marta. Las otras dos se fueron y yo estimé que tenía tres horas por delante a solas con Marta. Había llegado a la conclusión de que Marta a pesar de sus 16 años, era psicológicamente bastante cría y por lo tanto podía y me convenía colocarla a mi altura. Al rato de irse las otras dos y viendo que la tele era un rollo, le propuse un juego. Uno debía tumbarse boca abajo y el otro debía dibujarle una letra en la espalda con el dedo. Luego debía pasar la palma de la mano como para borrarla, escribir otra letra y así sucesivamente hasta completar una frase. El que estaba tumbado debía decir qué frase había escrito el otro. Le propuse tumbarnos en la cama de mi cuarto para jugar a este juego. Así que fuimos a mi cuarto, me tumbé en la cama boca abajo y ella se sentó a mi lado. Yo le dije que mejor se sentara a horcajadas sobre mis piernas y ella lo hizo. Luego, letra a letra escribió con el dedo una frase sobre mi espalda. Aquellas caricias ya eran de por sí bastante placenteras. Yo ...
    ... adiviné la frase y le dije que me tocaba a mi. Ella se me quitó de encima, se tumbó en la cama boca abajo y yo me senté a hocajadas sobre sus muslos. Tuve que resistir la tentación de poner las manos sobre su culo. Le dije que para poder dibujar las letras sobre su espalda, tenía que desabrocharle el elástico del sujetador. Lo hice y luego, cada vez que borraba una letra, lo hacía con una larga cariciá desde la nuca hasta el mismo borde de sus bragas. Ella, a medida que adivinaba una palabra completa la decía en voz alta. Cambiamos el turno varias veces, y cada vez que yo terminaba de escribirle una frase le daba un azote en el culo y le decía: "Me toca". Ella solo se quejaba con un debil "¡Ay!". Al cabo de un rato, aprovechando mi turno decidí subir el tono de mi frase y ella iba diciendo las palabras a medida que yo las escribía: "Tu-culo-me-la-pone-dura... ¡Eh, no vale escribir cochinadas". Al incorporarse tenía la cara colorada. Cuando me volvió a tocar el turno, nada más sentarme sobre sus muslos le bajé las bragas dejandole el culo al aire. Ella se quejó diciendo: "¡Ay, guarro" pero no intentó descabalgarme ni darse la vuelta y se limitó a ponerse bien las bragas. Al poco de seguir jugando volví a bajarle las bragas. Esta vez, en lugar de subirselas ella, meneando el culo dijo: "Ponme bien las bragas o no juego". En lugar de hacerlo le metí una mano entre las piernas notando en mis dedos la humedad de su chocho. Ella se meneaba y decía. "¡Ay, quita!". Entonces, no deseando ...
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