Aquellas pajas
Fecha: 09/04/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Entonces se recostaba un poco hacia atrás y se abría de piernas ofreciendo al alumno que tenía en frente una perfecta visión de sus bragas. Elegía entonces un alumno para que leyera el libro en voz alta y cada diez minutos nombraba a otro distinto para que sustituyera al anterior. Pero nunca nombraba al que tenía en frente pues sabía que éste estaba ocupado en otra tarea más amena. Nosotros, antes de ir a esa clase, íbamos a los vestuarios del gimnasio y quitándonos pantalones y calzoncillos, nos poníamos el pantalón del chandal, que permite, tirando del elástico, sacar y meter la polla fácilmente. En cuanto la señorita se sentaba en su silla, aquel de nosotros que tenía el turno de sentarse frente a ella, oculto de cintura para abajo por su propio pupitre, se sacaba la polla del pantalón y se ponía a hacerse una paja mirando las bragas de la señorita. Ella evidentemente sabía en qué andaba éste afanado, tanto por la evidente dirección de la mirada del alumno, como por el rítmico movimiento de su brazo. Cuando nos corríamos, dejábamos caer la lefa directamente al suelo, pues sabíamos que más tarde las de la limpieza borrarían con sus fregonas la prueba del delito. Cuando el que tenía el turno se había corrido, hacía una pequeña seña y el que iba a continuación pedía permiso a la señorita para cambier el puesto con aquel. Ella le daba permiso y siempre comentaba con una disimulada sonrisa que no sabía qué tenía aquel pupitre en especial para que siempre le estuvieramos ...
... pidiendo permiso para sentarnos en él. Entre nosotros nos habíamos puesto de acuerdo para no meternos prisa y a lo largo de una clase de una hora pasábamos dos o tres de nosotros por aquel privilegiado observatorio. A veces ella variaba el numerito. Nos dimos cuenta de que antes de entrar en clase se iba al servicio de profesores a quitarse el sujetador. Luego a los pocos minutos de empezar la clase, alegando que la calefacción estaba semasiado fuerte, se desabrochaba varios botones de la blusa. Más tarde, rápida e inesperadamente se levantaba y se acercaba al pupitre de enfrente sin dar tiempo al afanado masturbador para guardarse la polla. Entonces pidiendole que le enseñara el cuaderno se inclinaba a su lado apoyando un codo en la mesa y la otra mano en su cadera. En esa postura, así inclinada, la blusa se ahuecaba hacia abajo dejando ver por la abertura una teta hasta el mismo pezón. Ella sabía que bajo el pupitre, el alumno que tenía a escasos centímetros, tendría la polla fuera y a punto de estallar. Además ponía el culo en pompa a un palmo de la cara del alumno del pupitre de al lado y lo movía lentamente a un lado y a otro para darle más morbo. Así se tiraba fingiendo leer el cuaderno unos diez minutos, tiempo que ella debía estimar suficiente para que el alumno que tenía detrás se hiciera una paja a la salud de su culo. Entonces fingía que se le caía un lapiz y se ponía un momento de cuclillas para mirar bajo el pupitre la erección del alumno al que había estado enseñando ...