1. La putísima madre (capítulo 5)


    Fecha: 17/04/2021, Categorías: Hetero Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... con ardor infernal. Yo comencé a bombear hacia arriba buscando lo más profundo de su concha mientras le chupaba una teta. Esto la enloqueció por completo. Seguro que su esposo no era capaz de tal destreza.
    
    La calentura hizo que nos olvidáramos de la presencia de mi viejo y seguimos follando como bestias. Recuerdo que en algún momento la puse en cuatro y le empecé a dar con fuerza por el culo. A medida que la serruchaba, cada vez con más ímpetu, sus gemidos fueron aumentando de intensidad y volumen hasta que se transformaron lisa y llanamente en gritos rabiosos:
    
    –¡Ahhh, ahhh, ahhh! ¡Cogeme papito, cogeme toda! ¡Ahhh ahhh! ¡Qué pija que tenés pendejo hijo de putaaaaa! ¡Ahhh, ahhh! ¡Rompeme el culoooo! ¡¡¡Ahhhhhhhhhhh!!! ¡Dame mi lechita, bebé, dámela toda por favor! ¡¡¡Ahhhhhhhhhhh!!!
    
    Eso fue lo que tuvo que escuchar mi pobre padre durante horas. El único momento en que la puta de mi vieja dejó de gritar obscenidades –la que en su mayoría estabas destinadas a elogiarme la pija– fue cuando, estando yo a punto de acabar, y accediendo a su pedido, se la saqué del culo, la agarré de los pelos con firmeza, acerqué su rostro hasta mi falo a punto de descarga y se lo hice engullir entero. Allí tuvo que cambiar sus gritos por gemidos ininteligibles de placer, mientras se tomaba toda la leche de su bebé.
    
    Luego, sin darle el menor respiro a la perra, le froté el clítoris frenéticamente hasta que su concha soltó un chorrazo que ella tuvo la precaución de apuntarlo en dirección ...
    ... a mi padre, el cual fue bañado como en impresionante bukake.
    
    Una vez que saciamos toda nuestra lujuria nos quedamos dormidos allí mismo: sobre la alfombra. Desperté con los primeros rayos del sol que entraban por el amplio ventanal de la sala. Mi madre todavía dormía abrazada a mí, con sus piernas enroscadas a las mías. Estaba hermosa, radiante. La desperté con un besito tierno en la frente. Ella abrió sus ojos, me miró con ternura maternal y ahí mismo nos dimos los buenos días con el beso más lujuriosamente cerdo que puedan imaginar.
    
    Nuestras lenguas se enredaron nuevamente. Yo empecé a magrearle el orto con ganas y ella hizo lo mismo con mi pija, que inmediatamente se irguió: dura y palpitante. Su lengua recorrió todo mi torso hasta encontrarla, y comenzó a darme la mejor de las mamadas matutinas. Ahí nomás la volví a agarrar de los pelos y la puse en cuatro, esta vez contra el sofá, para serrucharle el culo una vez más. Extasiado, en medio de mis fuertes embestidas y mientras le manoseaba esos globos gigantes que tenía como tetas, miré hacia un costado y la sangre se me congeló al instante: mi viejo ya no estaba. La silla estaba tirada en el suelo, pero él había desaparecido. Me detuve en el acto, aterrorizado.
    
    –¡¡Papá no está!! –le advertí a mi vieja.
    
    Ella seguía arremetiendo su caliente culo contra mi pija con lujuriosa pasión, mientras me pedía que no me detuviera:
    
    –¡Rompeme el orto, no pares bebé, por favor, dale, rompeme el orto pendejo!
    
    Entonces la ...
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