1. A solas con el hermano


    Fecha: 02/11/2017, Categorías: Incesto Autor: aliciawonders, Fuente: RelatosEróticos

    ... su nariz a las pantorrillas blancas y percibió ese aroma joven de esa hermana haragana, pero en ese momento ella se movió y emitió su “ronroneo”, Evant se puso alerta y se alejó rápidamente, las pulsaciones le engañaban y recuperó veloz su cortesía, diciendo, -eh, buenos días Petit, ¡te traje lo que te gusta! Ella no dijo ni gracias, ni nada. Evant ubicó la bandejita de metal en el regazo de Petit y ella comenzó a comer en seguida, con los ojos aún entrecerrados por una somnolencia que no se desprendía fácilmente de ella; tercamente infundía peso en los parpados de esta mujer joven. Evant se quedó allí, sentado en el borde de esa cama, mirándola comer a un ritmo un poco acelerado, y sin saborear nada. Parecía un sonámbulo que permanece así en horas tardías. Qué deliciosa comedia le parecía a su hermano Evant. Ella ya terminaba el último sorbo de su bebida de naranja, y en seguida le devolvió la bandeja con los platos sucios a Evant, y como si ese momento no hubiese pasado en la realidad de Petit, ella se dejó caer en la almohada, agarró casi por inercia las cobijas livianas y se cubrió hasta la cara, dejando por fuera solamente su cabello rubio, despeinado por los revolcones del soñar.
    
    Evant se quedó allí, rendido plácidamente. Se encogió de hombros y salió de la habitación. Dijo para sí: “No tienes remedio” y sonrió alejándose.
    
    Evant no se quedó ocioso, se sentía de buen ánimo para ayudar en los quehaceres de la casa. Se concentraba en aquello siempre y cuando la ...
    ... música estuviera allí haciéndole compañía, y un poco de rock viejo sonaba algo nostálgico a esas horas. Para cuando Evant iba al cuarto de Petit, para ordenar un poco todo, se percató de que Petit ya no estaba. Su hermano tendió su cama de buena manera, y ubicó algunas cosas femeninas y de color rosa en los cajones coloridos de esa habitación que olía a labial de fresa, a esmalte de uñas, a cremas faciales, y a braguitas limpias.
    
    Luego de terminar los quehaceres, a la manera de Evant, o sea, ni tan ordenado, ni tan desprolijo, salió a los verdes prados, con un libro que ya había leído la mitad. Se fue tras la casa, por entre unos arboles que derrochaban frutos al suelo. Y allí cerca estaba Petit, en el arrollo, viéndose la cara en el pequeño reflejo, con sus mini turbulencias borboteando a un ritmo titilante. Los brillos del sol incidiendo en esa agua clara, producían reflejos que se iban a posar en las mejillas de Petit, sus ojos parecían volverse aun más azules, y Evant prefirió acercarse y leer estos momentos, en lugar de poner su atención en paginas que podían esperar.
    
    Petit levantó la mirada al ver los pies de Evant frente a ella y sonriente le dijo un hola. “-¿Disfrutando de las ninfas acuáticas? Le preguntó Evant a su hermana, y ella le respondió con otra pregunta – ¿Tú crees en ellas?- mmm no las he visto, tal vez tú tengas más suerte, quizás tu cara de hada les haga sentirse a gusto. Ella rio y le dijo – pues no he visto una sola, nada más veo mi reflejo. -Entonces ...
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