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Piano: Instrumento de seducción
Fecha: 27/04/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... caliente. Las paredes de su vagina abrazaban la totalidad de mi verga. Claudia hacía pequeños movimientos de contracción muscular que me hacían perder completamente la cordura. De nada sirvió pensar en algo feo. Se subió la remera y se desprendió el corpiño. Desnudó sus increíbles tetas. Sólo había visto algo así en XVIDEOS. Dos circunferencias perfectas, el espacio justo entre ambos pechos. Los pezones rosados hechos a medida, dispuestos en el lugar indicado. Si Dios existía, era artesano y Claudia era su obra maestra. Aunque traté de concentrarme y de controlar la respiración, mis testículos ya habían dado la señal. La eyaculación fue irrefrenable. –Perdón, Claudia... perdón... ahhh... –atiné a decir ante mi pobre performance. Sentí mi pelvis alivianándose, como si me desprendiera de un litro de leche. En lugar de enojarse, Claudia sonrió. Levantó un poco el cuerpo incorporándose y miró hacia mi pene. Un tanto avergonzado, me salí de adentro de su vagina. El preservativo estaba rebalsado de semen. –A ver... dejame a mí ahora –dijo Claudia mientras agarraba mi pene desde la base del tronco y sin derramar ninguna gota, quitaba con cuidado el preservativo. Se lo llevó a la boca y le dio una pequeña mordida al látex, de dónde empezó a brotar mi lefa. Empezó a tomárselo como un jugo que sale de su sachet. Sorbió el látex hasta dejarlo seco. Después, me mostró la lengua con restos de mi leche y me sonrió otra vez. No me dejó hablar. Atacó de nuevo con su ...
... verborragia. –Ahora te voy a tocar yo el piano –me dijo con una mirada gatuna. Antes de que mi mente pasmada empiece a hacer preguntas sin sentido, Claudia me ordenó: –Acostate con las piernas abiertas así hago que se te ponga durita de nuevo. Me entregué por completo. Me mantuve en silencio. Claudia hundió la cabeza en mi entrepierna. Me dio un beso suave en un testículo. – ¿Sabés lo que es el piano? –dijo y empezó a lamerme la zona perineal–. El piano es lo que está entre el pito y el ano –agregó y con una carcajada cortita se rio de su propio chiste. Las sensaciones que me provocaba la lengua de Claudia eran imposibles de poner en palabras. Yo tenía los ojos cerrados y los brazos abiertos. Los músculos de mi cuerpo se aflojaron como si me hubiesen inyectado una sobredosis de Valium. Manejaba la lengua con una precisión formidable: parecía dibujar figuras geométricas entre mis testículos y mi esfínter. Mi pene no tardó ni dos minutos en ponerse nuevamente de pie. Sentí la sangre corriendo por mi cuerpo con el único objetivo de llenar de vigor los cuerpos cavernosos de mi miembro. Abrí los ojos y ví mi glande al rojo vivo, otra vez con el líquido pre-seminal dando luz verde para la acción. Claudia notó que sus esfuerzos habían hecho efecto. –Vení, sentate acá –dijo y señaló la banqueta de mi piano–. Ahora quiero que me garches mientras improvisás una canción inspirada en mí. Me levanté de la cama con el pito como una piedra. Ya había aprendido a no acotar nada a ...