1. La historia de Claudia (7)


    Fecha: 28/04/2021, Categorías: Confesiones Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Blanca, sin inmutarse, abrió la puerta, la empujó dentro y le dijo:
    
    -Ahí te quedás hasta mañana. –e inmediatamente fue en busca de un par de mantas, no por compasión sino para evitar todo riesgo de que un enfriamiento inoportuno dejara a la joven fuera de uso por varios días. Volvió y la hizo acostar boca abajo sobre una de las mantas, luego le ató las manos a la espalda con un cable de teléfono en desuso para que no pudiera encender la lamparita, le echó encima el otro cobertor, apagó la luz, cerró con llave y se fue a dormir dejando a Claudia sumida en la angustia.
    
    Era el mediodía del domingo cuando Blanca entro a la despensa. Claudia dormitaba boca abajo. La señora apartó la manta que la cubría y al darla vuelta la vio pálida y ojerosa y la escuchó murmurar frases ininteligibles. La joven había pasado una noche fatal. Apenas escuchó la llave girando en la cerradura, la oscuridad y el encierro comenzaron a desesperarla. Se sintió más atrapada que nunca y la certeza de que jamás lograría escapar de esa mujer perversa la hizo llorar. Trató de calmarse y poco a poco llegó a la conclusión de que el único recurso que le quedaba en defensa de su cordura era abandonar toda pretensión de lucha y entregarse a su destino. Supo que ya no podía soportar la contradicción entre ser sumisa y pretender, por otro lado, mantener una dignidad que la iba abandonando inexorablemente. Era tal la presión sicológica que Blanca ejercía sobre ella con su dominación que lo único posible, si ...
    ... no deseaba volverse loca, era obedecer ciegamente, no oponerse a nada, aceptarlo todo y hacer sólo aquello que esa mujer le ordenara o le permitiera hacer. Su único ejercicio cerebral ante ella debía ser el de comprender lo que se le estaba ordenando y obedecer esa orden. Finalmente logró quedarse dormida a pesar de la oscuridad, del encierro y lo incómoda que se sentía al estar con las manos amarradas. Cada tanto despertaba sobresaltada y volvía a dormirse. Soñó que estaba en medio de un grupo de mujeres desnudas y con arneses que le arrancaban la ropa, la derribaban, la llenaban de insultos y empezaban a manosearla sometiéndola una tras otra por delante y por detrás mientras siempre había una que la tenía con el dildo metido en la boca impidiéndole proferir las súplicas que subían a su garganta. De pronto, mientras ella estaba de espaldas y dos la mantenían con las piernas abiertas y bien estiradas hacia arriba para que otra la penetrara por el culo, una de las mujeres comenzó a abofetearla. Gritó y gritó hasta que vio a Blanca inclinada sobre ella, pegándole y sacudiéndola por los hombros con violencia mientras le decía
    
    -¡Vamos, perra! ¡Despertate de una buena vez! ¡Son las 12 del mediodía!
    
    Las cachetadas la devolvieron a la realidad, y dijo con voz pastosa:
    
    -Buen día, señora...
    
    Blanca dejó de pegarle. La sentó, le desató las manos y puso delante de ella, en el piso, los dos recipientes que había comprado en la veterinaria, uno con trozos de pan y el otro con ...
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