1. Sexo con maduro. El “abu” era su amante, Lucía una pervertida, ahora mi amante.


    Fecha: 03/11/2017, Categorías: Gays Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    Estoy persuadido de que los hombres mayores tenemos ese “no sé qué”, que seduce a las mujeres jóvenes, del mismo modo que cuando era más joven me seducían, a morir, las milf y las sub-40, bueno aún sigue siendo una de mis adicciones más intensas.
    
    Ahora el caso circunscribe a la seducción que el hombre maduro, emocionalmente estable y sexualmente experimentado tiene para la mujer joven. Disfrutar de una plática interesante y disfrutar de las cualidades amatorias de un tipo con la suficiente habilidad para esperar sus tiempos y hacerla despertar ese incontenible y voraz deseo de comerse toda la carne posible…
    
    Soy un tipo cómodo, en algunos aspectos tradicionalista, que se toman su tiempo para disfrutar de la vida y aprovechar cada momento, hacer del carpe diem una bandera en mi filosofía de vida y del hedonismo más puro y refinado una forma de beberme la vida degustando cada sorbo como el supremo de la existencia.
    
    Los sábados por la mañana acostumbro salir de casa, recorrer esas dos cuadras entre el aroma de la naturaleza del parque, retirar el diario y sentarme en un barcito, del centro de Adrogué, pegado a la ventana y hojearlo mientras saboreo el exquisito café doble con crema que sirven en ese tradicional lugar del que soy habitué.
    
    Siempre la misma mesa, siempre la misma rutina, eso me permite conocer casi de memoria el entorno de gran parte de los clientes, por eso esta vez noté que en una mesa de junto era habitual ver a un señor, bastante mayor que quien ...
    ... escribe, compartir el desayuno con su nieta.
    
    En los últimos tiempos había reparado en su presencia, por la afectuosa relación de mis vecinos de mesa, nada fuera de lo habitual, pero el gracejo de la muchacha era algo que adornaba el sitio como un centro floral de refinado aroma, no menos significativo la extrema amabilidad del señor para con ella, siempre era de llegar primero y esperarla.
    
    La muchacha, joven espléndida veinteañera, lucía una atractiva figura, vestía normalita, pero como llenaba las ropas daba como para generar mi sincera admiración por sus formas contundentes, claro que muchacha a esa edad no produce admiración, sobre todo de los maduros que vemos en cada una de ese tipo una posible presa de caza furtiva…
    
    Pero volviendo al punto, esta muchacha era un regalo de la vida para comenzar ese finde con una sonrisa para el deseo, aunque ese sábado parecía que el regalo visual sería solo para mí, la mesa lindera solo tenía un ocupante, la vecinita atractiva. La sonrisa de los sábados, no la acompañaba esta vez, la seriedad había copado su afable expresión, la mirada perdida y sobre todo esa mirada triste y perdida que podía ver reflejada en el cristal de la ventana, si hasta me dio la impresión de ver el brillo de alguna lágrima asomando a esos temibles ojos verdes que solían encandilar cuando me topaba con ellos en una escondida mirada.
    
    Como la situación se prolongaba, decidí acercarme a la mesa contigua, presentarme con cordialidad y ofrecerme para preguntar ...
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