38.1 El avance del mal
Fecha: 09/05/2021,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Elie ha bajado a busca el té de la mañana, no tenía ganas de hablar y le he encargado que me suba mi infusión. Las gotas de lluvia, aunque no son abundantes, tienen que ser gruesas y con peso, hacen burbujas al caer sobre los charcos del jardín, que empapado de agua es incapaz de drenar la lluvia persistente.
He llamado a Carlos y ha entendido mi intención, mi deseo de saber lo que odio tener que enterarme. La familia de Ál y Gonzalo han accedido a su deseo y los doctores lo aconsejan y están de acuerdo. Si el día ya está triste por la oscuridad de las nubes preñadas de agua que cubren el sol, ahora la oscuridad está también en mi interior, en mi alma.
—Tómalo que ahora está caliente. –coloca mi vaso en el alféizar de la ventana y el suyo también, parece que le quema porque sacude sus manos y un ligero vapor se eleva de ellos.
—Quedan pocas bolsas de té, traeré una caja mañana si tengo tiempo para comprarlo. –desvío mi mirada hacia ella que mira a su vez el jardín.
—No te preocupes, tengo el mercado que me coge de camino y puedo pararme un momento, faltará alguna cosa más, luego bajaré a tomar nota. –volvemos a nuestro trabajo, la taza que me ha traído es enorme y llena, me va a durar el té hasta la hora de comer.
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En la comida hablo con mi jefe y los que están en la mesa, ahora el tema prioritario de conversación es Grecia, las viejas rencillas de antaño salen a la luz, el daño que causaron los nazis, y el perdón que se otorgó al pueblo alemán ...
... después de la guerra, la ayuda económica que recibieron o se les perdonó por el resto de los estados y ahora se les empieza a ver mezquinos con los demás pueblos de la Unión.
Los agravios comparativos e intereses políticos y económicos que están vaciando de contenido el espíritu de su fundación. El caso es no hablar de trabajo en ese tiempo y dejar que las cabezas descansen.
En el camino me detengo en el Carrefour para hacer compras para mí y lo que he creído oportuno para la oficina además del té.
Rayhan ya no está, —cómo y cuánto te voy a extrañar—, su padre se dirige hacia mí, quiere que sepa que está a mi disposición para lo que necesite y su hijo le ha dejado la llave del estudio por si hiciera falta que él lo abriera.
Se lo agradezco con palabras y con una sonrisa que él no devuelve con su boca, solo veo un extraordinario brillo en la negrura de sus ojos que no se interpretar.
El florero luce nuevas y frescas flores, parece que Ray ha dejado el encargo a su padre, no me imagino a ese hombre portando en sus manos algo tan delicado como estas rosas rojas tan bellas y que no huelen.
Cuando termino mis trabajos en el estudio y escuchando música, con el volumen bastante alto, para aturdirme con ella y bailando algunas veces, me siento y llamo a Nicolás.
Sin alargarme en explicaciones y abundar en detalles, le explico lo que me ha dicho Carlos.
—¿Quieres que vaya y estar contigo? —se lo agradezco, pero aborrezco el que quiera estar cuidando siempre de ...