Violaciones medievales (parte 1)
Fecha: 10/05/2021,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Violaciones medievales (parte 1)
La luz se había apagado antes de que pudiera llegar a darse cuenta de la gravedad de la situación. Aikarn había llegado a contar más de una veintena de enemigos rodeándolos a ella y sus dos amigos en el medio del campo de batalla. Habían perdido. La estratagema había sido errónea y los dejaba a merced de soldados del bando contrario que, considerando la pila de cadáveres destrozados a su alrededor, daba la impresión de que nunca tenían piedad con los vencidos. La joven guerrera se quedó aguardando el golpe fatal que jamás llegó, ya que un garrotazo impactó en su nuca para volver totalmente oscura la tarde que supuestamente sería de gloria. Lo último que vio antes de caer fueron los choques de espadas entre sus compañeros y múltiples adversarios.
Despertó con un poderoso dolor de cabeza en una celda atestada de mugre y pestilencia sin saber qué es lo que ocurría. Al recuperar la noción, observó a sus dos acompañantes de toda la vida, con los que se había criado y entrenado para defender a su reino de las salvajes e incivilizadas fuerzas opositoras, insurrectas a la causa del rey. Estaban esposados con cadenas, al igual que ella, en posición vertical, colgados de barras de acero que se alzaban desde el techo, en medio de telas de araña y aparatos de tortura. En una vista más exhaustiva, ayudada por la única luz que entraba por una pequeña ventana con rejas en la puerta, se fijó que tenían además heridas cauterizadas y golpes al por mayor. ...
... Al verse en ese contexto, Aikarn comenzó a sentir un terror profundo. Había oído las historias sádicas de lo que sucedía con los prisioneros de ciertos escuadrones de la guardia rebelde, y sobre todo con las mujeres. Por eso había decidido cortarse el cabello y usar una armadura holgada para camuflarse entre los soldados hombres. Intentó olvidarse de las advertencias de sus oficiales y enfocarse en pensar qué es lo que iba a hacer, pero antes tenía que dejar de penar sola.
--Igor. Wendell.—los llamó.
Al no obtener respuesta volvió tratar con mayor énfasis.
--Chicos ¡Chicos!—gritó.
--No creo que te escuchen en un buen tiempo—se escuchó desde afuera.
Un hombre alto, de presencia robusta, cabellera larga desprolija y rostro con cicatrices abrió la pesada puerta de madera ancha.
--Tuviste suerte, caíste enseguida—dijo con una sonrisa macabra—Tus amigos pelearon por un buen rato.
--¡¿Qué les hicieron?!
--Más allá de una golpiza y una serie de torturas, nada. Están vivos, no te alarmes. Les curamos las heridas, nos pueden servir después.
--¿Qué quieren de nosotros? Ya hemos perdido la batalla. No tenemos información que valga algo para ustedes. No sabemos nada.
--Eso ya lo sé. Se lo hemos preguntado--se le escapó una risa tétrica.
--Malditos.
El hombre se le acercó un poco más y tornó con su mano el rostro de la muchacha hacia la luz.
--Felicitaciones. Eres una de las más jóvenes que hemos capturado.
--¿Más que la niña rubia de hace cinco ...