1. La colegiala y su amiga con el señor mayor. Solo sexo y sexo.


    Fecha: 04/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    Desde los dieciocho, hoy paso con holgura los cincuenta, siempre trabajé en la calle, como corredor y comisionista inmobiliario. Durante este tiempo tengo sucedidos como para un libro, historias, de todo tipo, de las buenas y de las otras.
    
    Recuerdo, que, por ese entonces, trabajaba por la zona de barrio de Flores; salía de realizar un trámite, era una maña de invierno, demasiado frías para mi gusto, estaba por ascender al auto, cuando giro la cabeza y ahí estaba ella, esperando el colectivo. Nos miramos un instante nada más, bastó para comunicarnos, no sé por qué, pero ambos entendimos ese lenguaje cifrado donde las miradas dicen tanto.
    
    —¡Vení, subí, así no esperás más el cole (bus)!
    
    —Y.… bue...no, tenés cara de bueno, de tipo confiable. —subió.
    
    Emprendí la marcha, nos presentamos, le digo que soy Roberto, que ya terminé de trabajar. Ella es Vale, Valeria, completa, y se está rateando (faltado sin permiso) al colegio esa fría mañana.
    
    —Podés confiar en mí, tomamos algo... —no da signos de rechazo u oposición. —…en mi casa…
    
    —Si te portás bien, sí.
    
    —Es obvio, ¿no?... tranqui, soy un tipo respetuoso, no tienes que temer, vivo solo. —Se limitó a sonreírme.
    
    Llegamos a casa, subimos al departamento. Mientras preparo unos capuchinos, dice que cumplió dieciocho años la semana pasada, por el desarrollo físico y la rapidez mental parece mucho más madura y sobre todo bien ubicada, diría como sabiendo manejarse con seguridad en la relación con adultos.
    
    Me ...
    ... voy a cambiar de ropa, por algo más cómodo. Asomo del dormitorio, solo en calzoncillo, para preguntar si quería comer algo. El ambiente calefaccionado por la losa radiante, invita a caminar descalzo sobre la alfombra (moquete), me dirige una mirada de esas que alientan a ir por más, formula la pregunta obvia, si también ella puede ponerse más cómoda. Como si hiciera falta aprobación para lo que ya había concretado.
    
    Cuando me doy vuelta me tropiezo con ella, que se aproximaba, solo con una diminuta tanguita.
    
    Me hice el tonto, pero el miembro en forma autónoma había delatado una dura y enhiesta aprobación, bueno diría que una notable aprobación. Nada tonta para saber dónde encontrar el detalle, pero aun así abrió los ojos como platos, diría que absorta. Su pecho denota la excitación instantánea, sus pechos suben y bajan movidos por haber despertado una respuesta tan rápida...
    
    —¿Es por mí que te pusiste así?
    
    —Y.… sí no espera ver esto. —dije, tragando saliva, exagerando la sorpresa a modo de halago.
    
    La pendeja, rápida, sacó la herramienta del bóxer y la tomó en las manos. Dijo que tenía que remediar la situación, que la culpa era de ella. Se la metió en la boca, lame y traga con toda naturalidad, la boca se le llena de saliva tibiecita, llenando su deliciosa boca.
    
    La mamó toda, y tan bien. Me empujó sobre la cama, nos derrumbamos sobre ella. Se frotaba la conchita por encima de la tanga, mi mano sobre la de ella para frotarla. Cuanta calentura, cuanto calor ...
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