1. Huelga laboral, con dos compañeras, tiempo para el sexo


    Fecha: 12/05/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    La presente historia tal vez sea una más de tantas, sin nada de extraordinario, pero para quien esto escribe fue el más hermoso hecho de amor y sexo que haya vivido.
    
    El personal de la empresa donde trabajo había decidido realizar este día el paro de tareas por un reclamo gremial y por la demora en el pago de los haberes. Propuse a dos de mis empleadas más cercanas que nos marcháramos a casa, que las acercaría con el auto. Para evitarnos problemas con el personal que se manifestaba delante de la entrada, salimos por un acceso lateral.
    
    Preciosa mañana de primavera, cálida e incitante al disfrute del sol, comentamos totalmente de acuerdo. Fue Mirta la que habló:
    
    —¿Nos tomamos el día para nosotros?
    
    Detuve el auto, nos miramos, sin decir palabra. Como en acto estudiado y al unísono se escuchó: ¡A tomarlo!, nos reímos por la ocurrencia del conjunto.
    
    Decidimos ir a la Casa de Mirta, la ideóloga, vivía sola y tenía una terraza para tomar sol. Tanto Marcela como yo aceptamos complacidos.
    
    Ellas tenían un trato bastante íntimo, yo cordial, pero nunca intimista. Nos acomodamos, Mirta fue en busca de algo para tomar y preparar algunos canapés para acompañar a las cervezas mientras nos disponíamos a gozar del gratificante sol, que ya picaba bastante por lo avanzado de la primavera.
    
    —Chicos, ¿tomar sol vestidos? –dijo la dueña de casa.
    
    Acababa de pronunciar la palabra mágica. Ella fue la avanzada en el curso de los acontecimientos, se despojó de la ropa demás, ...
    ... quedando en corpiño y biquini. Nos miramos con Marcela, como para no decepcionarla, hicimos lo propio, yo quedé en slip.
    
    Las dos mujeres estaban exultantes, entonadas por la segunda ronda de cerveza y entonadas por las calorías que le proporcionaba el sol sobre la piel. Marcela, boca abajo ofrecía el espectáculo de esa cola brutal, tan paradita y firme. Mirta echada de espaldas, las piernas levemente entreabiertas permitían adivinar la sombra del vello púbico, asomando algo de él por la exigua tela de la tanga, el tenue corpiño incapaz de contener tanta carne transparentaba las areolas sonrosadas y se erizaba en los pezones gruesos, desafiantes y agresivos.
    
    El panorama no podía ser más espectacular para un espectador privilegiado, dos hembras ofreciéndose a mis ojos, desafiando la cordura de un tipo calentón que trata de conservar las formas ante dos de sus empleadas, todo yo era un polvorín de lujuria contenida. Marcela actuaba como si estuviera sola, se soltó el corpiño para que no le deje marcas. Mirta y yo, uno a cada lado le acariciamos la espalda, nuestras manos se encontraban y tocaban en las caricias. Nos estiramos un poco sobre el cuerpo yacente de nuestra amiga y sucedió lo imprevisto, nos besamos, primero con los labios y después con las lenguas. Nos abrazamos a través y sobre Marcela, beso de esos que saben a pasión tropical.
    
    Marcela, la tercera en discordia, como para no ser olvidada, llevó una mano atrás y me tomó el miembro erguido a través del slip.
    
    —Eh, ...
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