Huelga laboral, con dos compañeras, tiempo para el sexo
Fecha: 12/05/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... ¿se olvidan de mí? —protestó Marcela, excitada también.
La tomamos entre los dos con besos, recorriendo toda la espalda, yo debajo de la tanga, metiendo mano entre los cachetes. Mirta trajo dos lonas para recostarnos, y prontito los tres, desnudos y enredados, juntamos los cuerpos ansiosos de acción.
Las dos se dedicaron a rendir los honores al falo que compartían con fruición, unían sus labios y lenguas en las caricias al glande totalmente húmedo. Acaricié las cabezas de estas dos hembras portadoras de tanto placer, hasta que les saqué el dulce de la boca, para evitar eyacular tan pronto. Las puse de espaldas. Primero con la dueña de casa, acariciando las tetas y mamándole los gruesos pezones, resbalando por el vientre para sumergirme entre las piernas y abrevar en la humedad de la vulva. Gime y me aprieta contra ella, pide pija urgente.
Caliente como una perra, queda frotándose. Atiendo a Marcelita, le parto la boca a besos, ensañado con los pechos no le doy tregua, ahora en la vagina, martirizando con mis labios al clítoris. Una dosis de lengua en ella se la dejan hecha una sopa de tanto jugo que emana. Delira, pide pija. Ahora es un dúo de hembras en celo pidiendo ser colmadas, deseando saciar el deseo.
Mirta nos separa, me pone de espaldas y se empala de un solo golpe sin tiempo de sacarse la tanga, solo correr a un lado. La mojada almeja de abre para recibir en toda su extensión al miembro en sí. Se elevaba y dejaba caer con todo, ensartándose hasta los ...
... pelos. Se sentía deliciosa y un tanto estrecha por la deliciosa contracción de los músculos vaginales, sentía como golpeaba contra el fondo del recinto provocando aullidos de gozo.
Serruchó con toda intensidad las ganas reprimidas, con la falta de garche acumulada se estaba poniendo al día. Había colocado mi mano entre ambos, el pulgar tocándole el clítoris acortó los tiempos y estalló en ruidoso orgasmo, que la solícita amiga ayudaba con lamidas en los pezones y caricias en las tetas.
Me controlé sin acabar, aún tenía otra almeja esperándome.
Marcela reemplazó en el empalamiento a su amiga, de una sola movida se la entró toda. Otra vez, una caliente hembra en el subibaja del miembro, la ayudo apretando con fuerza las nalgas, apretando contra mí, empalada hasta el fondo.
Cambiamos de posiciones, necesita sentirme dentro, empujar con vehemencia, la sentía más dura, le estaba dando con violencia en esa conchita tan receptiva y complaciente, dejando hacer de todo. No puede con su genio, ella necesita moverse, agitarse para poder sobrellevar esta calentura que la invade, necesita montar sobre mí hasta acabar, menos ruidosa que la otra, pero igual de intenso.
Se miraron, en complicidad, y Mirta más descansada dijo:
—Ahora te vamos a hacer acabar a vos, te toca, lo vamos a hacer para que no nos olives.
Mirta es la primera, me chupa y toma el sabor de su amiga en la lengua, guía el miembro a la conchita de Marcela, que está arrodillada dándome la espalda. Nos ...