Mi preciosa y sexy mucamita
Fecha: 03/06/2021,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: beto69, Fuente: CuentoRelatos
El aviso
Publiqué en un diario de mi ciudad, en el apartado de búsqueda de personal doméstico: “Profesional 42 años, divorciado, vive solo, busca empleada cama adentro, todo servicio. Sueldo de ley. Buena presencia, entre 21 y 30 años. Concurrir de miércoles a viernes entre horas 20 a 23”.
Mi intención era clara: quería contratar a una chica que además de mantener limpia y ordenada mi casa y ropa y cocinar, fuese jovencita y sexy para estimularme sexualmente. Tengo buen aspecto físico, soy sociable y estoy dotado con 18 por cuatro centímetros. Sin embargo, luego de divorciarme dos años atrás, no quería saber nada con relaciones de pareja. Mis constantes calenturas las desahogaba pajeándome casi todos los días.
Al pedido respondieron siete chicas, todas con cuerpos seductores, no muy lindas, pese a lo cual, después de atenderlas y sacarles fotos (les dije que era para recordar cómo eran y decidir) me masturbé. La última chica me descolocó: esbelta, de 1.70 centímetros de altura; muy linda de cara, ojos marrones y cuerpo espectacular; pelo largo hasta la cintura, castaño claro, tez blanca. Vestía pobremente: una ajustada minifalda de tela vaquera y una remera breve para su cuerpo; calzaba unas zapatillas viejas. Dijo llamarse Eulalia, provenir del chaco salteño y tener 18 años.
La hice sentar en un sillón delante de mí. Aproveché para mirar sus largas y lindas piernas y hermosa colita. Tenía sabrosos senos. Decidí que debía contratarla, pero no debía mostrarme ...
... ansioso sino hasta desinteresado.
Su rostro agradable era de pendeja. Le comenté su aspecto adolescente y recordé que el aviso decía mayor de 21 años. Mentí que ya había seleccionado a una chica de 27 años. Entonces ella hizo un gesto de súplica, muy sensual, y me rogó que la contratase pues necesitaba trabajo y un lugar donde comer y dormir pues estaba sola en la ciudad.
—Mirá…, entiendo tu situación, pero no quiero problemas con la justicia —le dije con mi mejor careta de seriedad.
—Señor, no va a tener ningún problema conmigo, al contrario, haré todo lo que usted me diga… Todo… —aseguró y bajó sus manos a los muslos hasta el borde de la minifalda, la cual subió levemente.
Advertí la sugerencia erótica que me hizo. Le sonreí. Debía asegurarme:
—¿Todo lo que yo quiera…? estás segura…?; te aclaro, soy un hombre grande, vivo solo, me gustan las mujeres y cuando llego a mi casa muchas veces ando desnudo…
—¡Me parece genial…! Cuando usted llegue va a tener toda la casa limpia, ordenada y yo preparada para hacerlo sentir muy bien… —sostuvo, mirándome fijo mientras lentamente se pasaba su gordita lengua por los carnosos labios.
—¡Bueno! hagamos esto: te pongo a prueba una semana…
Eulalia, contenta, se levantó de un salto hasta donde estaba y me abrazó, dándome un sonoro beso muy cerca de mis labios. Tontamente sorprendido, retrocedí mi espalda y ella, simulando perder el equilibrio, cayó sobre mí, apoyando sus tetas sobre mi pecho.
—Disculpe señor; solo ...