1. Alberto


    Fecha: 06/06/2021, Categorías: Infidelidad Autor: nexdelca, Fuente: CuentoRelatos

    ... donde y cuando detenernos. El beso no paraba. Era delicioso, las lenguas danzaban sin cesar en una comprensión de luna de miel. Las caricias no paraban allí juntitos de pie los dos en plena privacidad y en secreto. Alberto debía tener experiencia. Yo solo me entregué a los sabores desconocidos. En ese momento no pensaba en más nada, solo en el disfrute puro y simple. No me di cuenta en qué momento nuestras prendas íntimas resbalaron por las piernas y llegaron al suelo enredadas en nuestros pies. Solo fui consciente de eso cuando intentamos caminar hacia la cama. Entonces el beso se despegó. Miré hacia abajo vi su pene duro como una espada puyando mi vello púbico y al mío en igual proeza. Él también contempló la escena de nuestros penes pegados lado a lado. Resultaba sensual y hermosa la visión de su desnudez de macho con la mía. Agáchate, me dijo sonriente. Yo lo hice sin dejar de mirarlo a los ojos. Tuve su verga toda para mí. La contemplé con curiosidad de niño, La estudié. Su textura lisa interrumpida por las venas varoniles, el color triple de su tallo duro, trigueño desde el pegue, después más claro en la zona del cuello en el que su prepucio está retrotraído y finalmente un color entre rosado y púrpura de su glande en forma de champiñón chato. Era de un grosor perfecto y un tamaño normal. Era un pene bello, estético, perfectamente varonil, alineado, recto apuntando hacía mi rostro como avión antes de despegar. Como un tallo bien perfilado rodeado de una hierba espesa ...
    ... negra.
    
    El olor era suave, pero penetrante. Era un olor a hombre. Me encantaba. Le di un besito en la punta, luego otro y otro. Puse mi lengua tímida aun en la punta del glande. Era una textura tierna y el sabor era un poquito salado. Me sentí raro, explorando nuevos placeres. Lo lamí suavemente y luego fui avanzando hacia el tallo por los costados. Todo sin agarrarlo. Recorría con mi lengua desde el pegue hasta la punta por la parte inferior. Sabía a algo nuevo. Qué sensación más rica. Luego abrí la boca y decidí probar la carne. Lo metí y comencé a mamarlo con entereza. Me encantó. No quería parar. El sabor se hacía más exquisito y la textura de su pene en mi boca era cada vez más placentera. Me excitaba escucharlo jadear con sus ojos medio cerrados. Lo chupé rico. Ni me lo creía. Lo agarré entonces para cansarme menos y dirigir mejor la mamada. Empecé a agotarme, pero no quería detenerme. Él supo leer mi cuerpo. Puso su mano detrás de mi cabeza y comenzó a empujarla. Embestía su pene al mismo tiempo. Me estaban culeando por la boca. Yo me tragaba dos tercios de sus dieciséis centímetros y medio. Era exquisito. Alberto cada vez embestía más rápidamente hasta llegar a un ritmo constante. Me lo sacó de la boca. Me levantó con rapidez. Me beso con morbo y me empujó con suavidad hacia la cómoda. Yo me apoyé en la mesita de espaldas hacía él. Se agachó con desespero y me llevó a los cielos cuando su lengua ávida y hambrienta jugueteó en mi culito. Me lo lamió con ternura. Un ...