1. Riberas del Donetz 2


    Fecha: 10/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... Hesslich, y con toda delicadeza cerró esos ojos abiertos como platos. Y cuando esos ojos estuvieron cerrados en mimética imitación del sueño Stella los besó, los acarició suavemente, con esa inmensa ternura que sólo el más sincero amor y cariño es capaz de generar… Hasta pasó su lengua sobre ellos para proseguir lamiendo todo aquel rostro inerte, a pesar del barro que le embadurnara desde que Hesslich empezara su mortal “cacería humana” enmascarándole ante inoportunos reflejos luminosos que le delataran.
    
    Con suma delicadeza aparto el cuerpo inerte dejándolo a su lado, boca arriba y desnudo. Y Stella, antes de cuidarse en cubrir su también desnudo cuerpo, recogió la ropa de él y con camisa, pantalón y guerrera cubrió el cuerpo de Piotr, para seguidamente poner bajo su cabeza la mochila a modo de almohada. Luego se vistió ella misma, recogió del suelo los dos fusiles, el de Piotr y el suyo, para dirigirse con ellos a un árbol de grueso tronco que cerca de allí crecía y, a estacazo limpio contra el tronco del árbol, hacerlos añicos. Recogió del suelo los dispersos trozos de arma y uno a uno los fue esparciendo por el bosque, lanzándolos a los cuatro vientos, a los cuatro puntos cardinales. Regresó junto a él, se inclinó sobre su rostro y le volvió a acariciar.
    
    Durante todo su discurso, Stella estuvo acariciando aquel rostro. La verdad es que fue poco, muy poco el tiempo que estuvo inclinada sobre ese rostro, pues ya cuando comenzara a hablar se había recostado junto al ...
    ... ser amado… Pero cuando cesó de hablar volvió a erguirse e, inclinándose de nuevo sobre ese rostro que desde entonces llevaría tatuado a fuego en su alma, le besó en los labios al tiempo que sus manos le acariciaban. Era la despedida del ser que ya era toda su vida. Una despedida definitiva, sin posibilidad de marcha atrás…
    
    Por fin Stella se levantó y escudriñó el suelo con la vista hasta localizar lo que buscaba: El gorro gris de punto. Lo recogió y se lo metió en un bolsillo. Luego, con el rostro arrasado en saladas lágrimas, inició el regreso hacia donde la Compañía Baida vivaqueaba, a paso firme y sin volver la vista atrás ni un momento.
    
    Allí, sobre la estepa, quedó el cuerpo del brigada alemán Peter Hesslich. Parecía muerto, pero realmente no lo estaba, sólo desvanecido. Stella en modo alguno quiso matarle, sólo eso, adormecerle. Aquello, el amor entre ambos, tenía que acabarse y ellos dos separarse, separarse para siempre pues su cariño de hombre-mujer era inviable, imposible: Una guerra les separaba y, aunque durante unas horas, durante una noche, ellos dos hubieran superado, anulado, esa guerra con su mutuo amor, cuando la noche acabara, cuando de nuevo fuera de día, la horrenda realidad se volvería a imponer, a hacerse patente. Sí, tenían que separarse pero esa decisión Piotr no la hubiera tomado nunca, Stella lo sabía. Sabía que él jamás cejaría en su amor por ella, jamás habría admitido separarse ya de ella, luego ella tomó la decisión que Piotr no hubiera sido ...
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