1. Riberas del Donetz 2


    Fecha: 10/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... su anatomía era muy, muy femenina en tanto que “El” era alto, fornido, corpulento… Fusil en mano, en combate a tiro limpio, ya se vería quién de los dos sobreviviría, pero a corta distancia, con las propias fuerzas físicas como único arma, todas las ventajas estaban de parte de “El”… Stella cerró los ojos y lloró; lloró amargamente su derrota. ”Tú no existes, Dios de los Cielos. Sí, me lo trajiste, pero permitiste que él me venciera… No, no existes y nunca, nunca creeré en Ti… No eres más que el fantoche que en el Konsomol me enseñaron que Eras… El fantoche que el camarada Lenin desenmascaró hace tiempo”
    
    Peter Hesslich estaba totalmente sobre Stella Antonovna, presionando sobre ella con su cuerpo, igual que un amante estaría sobre ella en definitiva caricia, pero esa era la forma que Hesslich usaba para inmovilizarla y dominarla pues en esa postura no había ni rastro de erotismo, de sexualidad. Al propio tiempo brazos y manos del hombre mantenían sujetas y aprisionadas contra el suelo las femeninas mientras piernas y pies masculinos inmovilizaban las piernas y pies de la mujer.
    
    Stella fue abriendo los ojos, lentamente, poco a poco, como si cada párpado le pesara una tonelada, y a través de los ojos arrasados en lágrimas de vergüenza y derrota miró al hombre… Fijamente, con odio indecible… Allí estaba “El”, sobre ella; sentía su olor, su calor…pero sobre todo veía su cabeza enfundada en aquel gorro terrible, monstruoso… El símbolo de la muerte para ella y sus camaradas ...
    ... fusileras… Los rostros de casi todas las camaradas inmoladas por aquel “Diablo” desfilaron en instantes ante su mente y el añejo odio que profesara a aquel hombre hecho verdadero Demonio, reverdeció en su pecho hasta casi asfixiarla. Los ojos de Stella se aceraron cuando su boca se abrió para lanzar un voluminoso escupitajo al rostro del “Diablo” al tiempo que de su faringe salía una especie de alarido medio enronquecido
    
    Stella había hablado en un alemán tosco, rudo, pero entendible
    
    Entonces Peter Hesslich se inclinó algo más sobre el rostro de la mujer. Sin inmutarse ante el nuevo escupitajo recibido en pleno rostro admiró la faz femenina, entonces tan cercana a la suya. Los ojos negros cual azabache sobre los que brillaba un destello rojizo causado por el arrebol vespertino al rebotar en el iris de esos ojos… Los cabellos dorados, cual trigo en sazón… Y los labios rojos como fresones en sazón, gordezuelos… ¡Divinos, maravillosos!... Aún y cuando formaran una débil línea al mantenerlos muy, muy apretados y con ese rictus de odio que también aparecía en ellos
    
    Peter hubiera querido soltar aquellas manos y retirarse de aquel cuerpo de verdadera perdición… Apartar de su rostro los rizos rubios que sobre él se escapaban del cabello, pero no se atrevió, temió la reacción de la muchacha al verse libre de él… Al fin prosiguió
    
    Stella cerró de nuevo los ojos y Hesslich fue totalmente consciente de que debajo de sí mismo el cuerpo de la mujer se relajaba por completo… Y no ...
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