1. Riberas del Donetz 2


    Fecha: 10/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... entender que no la hubiera estrangulado o pegado un tiro como respuesta a su agresión. No, eso no lo entendía. Porque ella, Stella Antonovna, en el lugar del “Diablo”, le habría matado sin pestañear. Entonces observó al “Diablo” más atentamente: Y lo que vio fue un rostro agradable, atractivo incluso, como atractivo le resultaba el conjunto de aquel hombre, aquel ser humano en el que Stella empezaba a ver antes que al “Diablo del Gorro Gris” a, simplemente, un hombre; un hombre francamente atractivo, verdaderamente guapo incluso. Además, con unos ojos que cuando la miraban chispeaba en ellos un brillo de franqueza que la inducía a confiar en él, en aquel hombre que entonces descubría. También su voz ayudaba a esa sensación de confianza en él, pues su entonación era acariciadora, hasta romántica y cariñosa. Ni esos ojos ni esa voz eran los de un frío, deshumanizadoasesino. Eran los ojos y la voz de un ser humano dulce y bueno. Incluso el rostro tampoco correspondía al del frío “cazador de hombres” que desde luego no cabía duda de que también era. Y se fijó en sí misma, en su ser actual: El ser de una eficiente “Cazadora de Hombres”… Pero ella no siempre fue así; así la hizo la guerra, porque antes era romántica, dulce, incapaz de hacer daño a nadie, ya fuera humano o animal. Luego… ¿No podría haber pasado algo semejante con aquel Piotr Ni Se Sabe Qué Más? Claro que su caso era distinto, ella defendía su tierra, la Sagrada Tierra Rusa en tanto él era un invasor que sólo ...
    ... defendía el ansia de poder de un hombre, Hitller… Aunque… ¿De verdad era así? ¿Acaso no sería él un simple hombre obligado a hacer lo que no quería?...
    
    La voz de Hesslich vino a suspender esos pensamientos, esas elucubraciones, cuando señalando uno de los femeninos hombros heridos dijo
    
    Peter Hesslich interrumpió por un momento la perorata para tomar del suelo el fusil de la muchacha y mantenerlo apartado de ella aún y cuándo, previamente, lo vaciara de los cinco cartuchos que cargaba. Seguidamente continuó
    
    Hesslich sacó de la mochila paquetes de gasa y vendas, un buen carrete de esparadrapo, tijeras, sulfamida en polvo y pastillas para el dolor de efectos fulminantes; “Martillo Narcotizador” según el teniente médico Helge Ursbach
    
    Stella le miró más sorprendida aún si cabe
    
    Peter Hesslich miró largamente a la mujer. Desde luego, era linda, guapa y atractiva… Y cuando sus ojos perdían la fría dureza que el odio imprimía en ellos, hasta parecían dulces y prometedores de toda la sensibilidad y pasión del alma rusa, el alma eslava… Y pensó “¿Qué hago contigo hermosa “peque”? Cargar contigo para cruzar tus líneas y luego el Donetz a nado imposible… Además para qué, ¿para qué te pongan en manos de la SD?… De eso ni hablar… Y largarte un disparo a la cabeza sin más estando así, indefensa, menos… Luego…” Al fin volvió a hablar a la muchacha
    
    Stella simplemente asintió con la cabeza. Luego echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Estaba alterada, muy alterada… No entendía ...
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